Lo disimularán muy bien pero lo cierto es que, por lo visto hasta ahora, no se ha producido encontronazo alguno entre Pedro Sánchez y Susana Díaz. La cohabitación de ambos, uno en la Moncloa y la otra en San Telmo, transcurre con normalidad, sin sobresaltos. Y eso que se había pronosticado una confrontación inmediata. No es que asistamos al idilio perfecto, pero, de momento, y que sepa, se van quemando etapas, sin mayores sobresaltos.
Ni siquiera se ha producido choque alguno en materia de Financiación Autonómica, campo en el que se vaticinaba lo peor después de que el jefe del Gobierno anunciara que no era posible abrir la negociación para un nuevo modelo en esta legislatura. Los dos mandatarios han podido mantener sus respectivos discursos, sin verse especialmente comprometidos en sus planteamientos. No se dan las condiciones políticas y económicas para ello pero hay que dejar claro que un nuevo sistema es la única solución posible a las actuales carencias financieras que afectan a los distintos territorios.
Tampoco se han evidenciado diferencias en la designación de cargos gubernativos. El ejecutivo de Sánchez ha puesto a quien ha creído conveniente. Está en su derecho y si ha consultado o no a la dirección socialista andaluza, a todos los efectos, ha resultado intrascendente. Puede que la procesión vaya por dentro pero esta lluvia de nombramientos no ha ocasionado roce alguno, al menos, en público.
Todo transcurre con normalidad, más de la que muchos podrían esperar. La verdad es que se agradece que nos hayan ahorrado espectáculos más propios de las ya conocidas como “peleítas” de salón a las que nos tienen acostumbrados por parte de nuestra clase política. Habrán llegado a la conclusión de que, por encima de los intereses partidistas de unos y otros, lo importante sigue siendo el ciudadano que debe constituir el principal objetivo de los esfuerzos de nuestros gobernantes. De Moncloa, de ese esperado encuentro entre Sánchez y Diaz, sólo pudo salir ese mensaje. Que se ignoren mutuamente, de acuerdo, pero, también, que se respeten y coordinen. Lo que importa ahora es España y Andalucia, en particular, por encima de afinidades y circunstancias personales, máxime cuando Sánchez y Díaz están embarcados en un mismo proyecto político
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