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El PP vuelve

“Ibamos a ganar los de Cospedal y, al final, vencimos los de Casado”. De forma tan gráfica como poco imaginativa, que podía suscribir cualquier...

Publicado: 22/07/2018 ·
22:55
· Actualizado: 22/07/2018 · 22:55
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Autor

Manuel Expósito

Director general de Gestión de Medios Jiennenses

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El blog Expositor se centra en la crónica política de la semana en Jaén y provincia

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“Ibamos a ganar los de Cospedal y, al final, vencimos los de Casado”. De forma tan gráfica como poco imaginativa, que podía suscribir cualquier oficialista/oficinista comprovinciano del aparato, se resume el papel de la delegación demoyista en el XIX Congreso Nacional Extraordinario del PP, el cónclave que resolvió, deprisa y corriendo, el relevo de Mariano Rajoy, menos de dos meses después de ser desalojado de La Moncloa. Así se escribe la historia del principal partido político de la derecha española postfranquista. Y se hizo invocando al ausente, al que no estaba ni invitado, a José María Aznar, a su modelo de partido, a reverdecer viejos laureles, a su mesiánica travesía hacia el poder con apenas 37 años, la misma edad de Pablo Casado. Olerá a réplica de principiantes, a reencarnaciones y transfiguraciones, a mitos mal curados, pero el triunfo de Casado frente a la ex vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, se antoja incontestable. Gana demostrando que conoce los intestinos de la casa mejor que su oponente y que ideas motrices como ‘Ilusión’ y ‘El PP vuelve’ conectan en mayor medida con el sentir de los cuadros dirigentes que la experiencia de un gobierno blandengue ante el separatismo catalán y la posibilidad cierta de que Soraya acabase siendo la primera presidenta del Gobierno de Las Españas.

Como quiera que sea, el flamante líder del Partido Popular aboga por el retorno al recetario clásico del neoliberalismo económico desacomplejado, la unidad indisoluble de la Patria de todos los españoles y la moral opusina de familia y vida. Solo así, anclándose en el doctrinario de los 90, prevé el PP volver a ser hegemónico. El PP vuelve, o vuelve Aznar si lo prefieren, que es lo que pone/seduce más a la derecha española: la apelación a una vuelta de tuerca, una vuelta a las andadas, un volver a volver permanente al origen de la esencia. Pero, ¿qué sucederá a raíz de este resultado en el escenario más cercano?  María Dolores de Cospedal y Juan Ignacio Zoido no apoyaron en segunda vuelta a Pablo Casado a cambio de nada, por más que el fin de la influencia de Javier Arenas en Andalucía pondría aún más en cuestión el liderazgo de Moreno Bonilla a tres meses de su auténtica hora de la verdad: el 28 de octubre, fecha barajada en San Telmo para convocar las próximas elecciones andaluzas. Juanma confía, no obstante, en que prevalezca entre Pablo y él la empatía que siempre les unió cuando compartían espacio vital en el delfinario de ‘Génova 13’. En Jaén, por su parte, Fernández de Moya aunque formalice la reincorporación a su plaza de profesor universitario seguirá mirando con el rabillo del ojo, con similar obsesión, indistintamente, hacia Las Cinco Llagas (¿cabeza de lista por Jaén al Parlamento de Andalucía?) y el juzgado competente del caso Matinsreg. Con todo, el único apoyo a cara descubierta, de relieve institucional, que tuvo el triunfante Pablo Casado en Jaén, conviene no olvidarlo, fue el del alcalde Javier Márquez. Una apuesta que la gente de Cuqui pretende traducir, de inmediato, en su inclusión en la nueva dirección nacional: una salvaguarda orgánica que contraponer al manejo indisimulado de las riendas de San Clemente por parte del demoyismo. “José Enrique también vuelve”, me advierte uno de sus seguidores. ¿Adónde, exactamente? La duda ofende.

La maquinaria de la Junta asiste a un agosto, en plenas vacaciones estivales, de preparativos electorales. El mes de holganza se asemeja a la mudanza de aquél que aprovecha el periodo inhábil de verano para, sin intención alguna de cambiar de residencia, pintar las paredes, airear las habitaciones y cambiar algunos muebles de sitio para que el continuismo se asemeje lo más posible a un estreno. Atrapado en tamaña trapisonda, gustosamente doméstica, Paco Reyes, el jefe supremo del psoísmo jaenciano, no descarta a estas alturas de su trayectoria pública/política, si la afición se lo pidiera, que es como decir si le apeteciera de veras, liderar la lista a la cámara autonómica. “El poder real, nunca lo olvides, está en Sevilla, no en Madrid”. El consejo, a principios de los ya lejanos 90, llevaba la firma del ínclito Gaspar Zarrías. Canturrea el Cigala, pasado de vueltas, en el barrio de Santa Cruz, dos cruces: “Sevilla tuvo que ser, con su lunita plateada, testigo de nuestro amor, bajo la noche callada. Y nos quisimos tú y yo, con un amor sin pecado, pero el destino ha querido que vivamos separados”. La provisionalidad/accidentalidad estaría garantizada a través de la disciplinada anuencia de la vicepresidenta Pilar Parra. Y la vuelta de Gaspar a  La Maestranza sería como la de Aznar a Las Ventas. Reencarnados en sus alumnos más aventajados. Es decir, purita transfiguración.

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