Educar para el futuro

Todo son obstáculos

La formación de nuestros niños se está viendo dificultada por la gran cantidad y variedad de entretenimientos de que disponen desde edades muy tempranas

Publicado: 20/07/2018 ·
09:24
· Actualizado: 12/09/2018 · 17:40
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Autor

Antonio Monclova

Antonio Monclova es biólogo, doctor en prehistoria y paleontología, master en arqueología y patrimonio

Educar para el futuro

Análisis, crítica y reflexión sobre las necesidades pedagógicas de la sociedad para difundir el conocimiento y la cultura

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Los niños no nacen con la capacidad de expresarse por escrito, pero de forma innata dan rienda suelta a la expresión oral y corporal, asociada a su necesidad de jugar y comunicarse, y sin el esfuerzo que requiere aprender a leer y escribir.

Siguiendo métodos de lectoescritura, los niños pueden adquirir desde edades tempranas las destrezas y herramientas necesarias para leer y escribir, aunque aún no sean capaces de volcar en la escritura su enorme fantasía y creatividad, dado que a esas edades se carece de las habilidades requeridas para ello. Antiguamente la mayoría de los niños disponían de memos formas de entretenerse y por tanto de distraerse de las obligaciones para con su formación, aunque muchos dejaban el colegio para incorporase al mercado laboral.

Hoy día esto es raro en nuestro entorno socio-económico, pero en cambio la formación de nuestros niños se está viendo dificultada por la gran cantidad y variedad de entretenimientos de que disponen desde edades muy tempranas.

Dedican mucho de su tiempo a ellos, y aunque también aprenden, el esfuerzo que necesitan invertir – como el caso de jugar y comunicarse – es ínfimo si lo comparamos con el que requieren leer y escribir. Muchos pensaran que es solo una cuestión de motivar a los niños.

Evidentemente eso es algo fundamental, y prueba de ello es que no hace tanto muchos de los adultos que aprendían a leer y escribir tenían sus propios motivos, ya fuesen laborales o simplemente para poder leer periódicos, revistas o novelas populares.

Pero no creo que los niños tengan motivos propios para interesarse por la lectura y la escritura, y menos los actuales, inmersos en un mundo audiovisual que les pone las cosas más fáciles.

Por ello considero que para lograr que los niños quieran aprender y hacer cosas que requieran de su esfuerzo (no solo leer y escribir) solo valen las motivaciones que sean capaces de apartarles de las actividades que no lo requieren.

Algo muy difícil si no se quiere o no se puede gestionar adecuadamente dichas actividades. En relación con la citada dificultad, terminaré exponiendo un caso que me contaron hace unos días, referido a una adolescente que no sabía leer ni escribir, seguramente a consecuencia del contexto social marginal en el cual había vivido hasta entonces.

Ella, motivada por el interés que le suscitaba el poder comunicarse por WhatsApp y participar en las redes sociales, le pidió a un educador que le enseñase a leer y escribir. Al poco tiempo de haber aprendido perdió su interés por seguir afianzando su recién adquirida capacidad, argumentando que cuando el WhatsApp incorporó la herramienta de mensaje hablado le era mucho más fácil comunicarse y ya no necesitaba saber leer y escribir. Como pueden ver (o mejor leer) en cuestiones de aprendizaje todo puede convertirse en un obstáculo, hasta las cosas más útiles.

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