Eso tardó Pedro Sánchez en desgranar su esperado programa de gobierno. Las críticas han sido feroces por parte de PP y Ciudadanos, como era de esperar. Algunas críticas personales estuvieron de más. El estilo faltón del portavoz Rafael Hernando no necesitaba que hubiera Congreso Popular a la vista para deslizase por ese camino, que enardece a los propios y que deja estupefactos a los extraños. Albert Rivera dio a entender -sin aportar datos- que el presidente conocía los beneficiados de la amnistía fiscal y dijo que había socialistas entre ellos. De nuevo el debate se tornó más que bronco, como cada vez que la derecha española pierde el poder, que entiende que le pertenece por derecho propio. Si no, ETA se adueña del debate. El detalle, no menor, es que la banda terrorista se ha disuelto, derrotada por la democracia.
El programa estaba cargado de medidas de ruptura contra la impavidez y el quietismo de Rajoy. Sánchez reconoció que se equivoca quien camina. El inmóvil está a resguardo de los errores. Lo que sucede es que - como ha acaecido en el caso catalán- al no disponer de iniciativa política el de enfrente va marcando la agenda política. Ahora la situación ha cambiado radicalmente. Se podrá estar de acuerdo o radicalmente en contra pero el Estado hace propuestas que deja, al menos, divididos a los independentistas.
El programa social - contra la precariedad, alargamiento de alquileres, prohibición de amnistía fiscal, un plan de acción contra la pobreza infantil, con medidas para anular el fracaso escolar, etc.- significa un acicate para mantener también el voto de los partidos que dieron su apoyo a la moción de censura. Parece a día de hoy insuficiente para contentar a todos. Algunos piden pasos hacia la autodeterminación y otros una comisión inmediata para investigar al anterior monarca, por las cintas del comisario Ballesteros, que ha grabado a toda la España oficial, con apoyos oscuros.
Todo apunta que más que la exhumación, decidida ya, del general Franco va a decidir la duración de esta segunda parte de la legislatura, protagonizada por Sánchez, la aprobación del presupuesto del año próximo. La andaluza Montero tendrá que hilar muy fino para conseguirlo. De entrada parece la cuadratura del círculo. Podemos ha vetado el aumento del gasto militar, habla de suelo de ingresos, no de techo de gastos. 50 días en la Moncloa han parecido un año.
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