La cotidianidad propia de un martes en la aldea de El Rocío y en el pueblo de Almonte (Huelva) se ve hoy alterada por la espectacularidad de Doñana con la 'Saca de Yeguas', una tradición ancestral que permite sentir de cerca a los equinos que pastan en estado semisalvaje en las marismas del espacio natural.
Todo empezaba ayer alrededor de las 7:00 horas cuando los yegüerizos, repartidos en 19 reuniones, se dirigieron a las fincas de Las Nuevas, la Vera, Marismas del Rocío, Dehesilla y El Rincón del Pescador para ir reagrupando el ganado.
Sólo en el caso de Marismillas, cuya ubicación dista más del pueblo de Almonte, junto a la desembocadura del Guadalquivir, los ganaderos accedieron el pasado 23 de junio, por lo que han pernoctado durante tres noches en el Espacio Natural.
Tras una dura jornada de trabajo, complicada este año por las lluvias tardías de primavera que hacen que la marisma permanezca plena de agua, los ganaderos cumplieron con su objetivo y reunieron a más de 1.000 cabezas de ganado, entre yeguas y potrillos, dando paso a una jornada de convivencia y descanso.
Jornada en la que hubo más ilusión y emoción si cabe que otros años, fundamentalmente, porque han sido dos años, y no uno, en el que en esta ocasión han tenido que esperar para volver a disfrutar de Doñana en estado puro, después de que en 2017 se decidiera por primera vez en más de 500 años suspender esta tradición ante la falta de garantías de un sitio adecuado para que volviera el ganado.
Superado esto, y la noche, esta mañana despertaban temprano, nerviosos al saberse sabedores de que protagonizan un espectáculo único que es no sólo presenciado, sino, sobre todo, sentido, por todas y cada una de las personas que se concitan a lo largo del recorrido que esta yeguas, acompañadas de sus potros, realizan desde la marisma de Doñana a la localidad de Almonte, para participar en la feria ganadera.
Uno de los puntos que más expectación congrega es el paso ante las puertas del Santuario Nacional de la Virgen del Rocío para su bendición, un punto en el que, según ha explicado a los periodistas la alcaldesa de Almonte, Rocío Espinosa (PSOE), "se unen todas las tradiciones, sentimientos y vínculos de este pueblo".
Ha querido destacar también el hecho de que los animales protagonistas de esta tradición forman parte de una raza autóctona y exclusiva del ecosistema de Doñana, la equina marismeña, por cuya conservación vela la Asociación Nacional de Criadores de Ganado Marismeño que este año, coincidiendo con la feria ganadera, aprovechará para realizar la valoración de los ejemplares inscritos en el libro genealógico para la selección de sus reproductores.
Este paso ante la ermita del Rocío ha contado este año con la presencia del presidente del Parlamento, Juan Pablo Durán, quien ha destacado que este acontecimiento reúne "tres condiciones fundamentales para emocionar: el ser una tradición ancestral, el cuidado del entorno y, en este caso, de algo tan preciado para Andalucía como Doñana y el sentimiento de la gente del pueblo, capaz de haberlo traspasado de generación tras generación durante más de 500 años".
Durán ha indicado también que con su presencia evidencia el apoyo del Parlamento que esta tradición, recuperada este año, "siga manteniéndose a lo largo de los siglos y seamos una parte más de apoyo para que se pueda difundir por toda España y por todo el mundo, porque merece la pena conocerlo".
Tanto él, como los miles de personas que se han congregado en este punto, han podido asistir a ese despertar de los sentidos viendo miles de animales galopando ante ellas, percibiendo su característico olor y oyendo su relinchar unido al golpeo de los cascos de las yeguas y las voces de los yegüerizos.
Tras el paso aún restan varios kilómetros hasta Almonte donde tiene prevista la llegada para las 19:30 horas; una vez allí, los ganaderos, recorrerán las calles de la localidad con las yeguas y los potros hasta alcanzar el recinto de Huerta de la Cañada, donde se celebrará el Certamen Ganadero desde el 27 al 29 de junio.
De esta forma Almonte, un año más, está pudiendo disfrutar y haciendo disfrutar a foráneos de esta tradición de más de 500 siglos que está más viva que nunca y que tiene futuro para pervivir al menos otros cinco siglos más; una tradición en la que la cotidianeidad cede espacio a la espectacularidad.
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