La Gatera

El almirante

Mollá no se ha cortado un pelo y ha hecho una magnífica obra sobre Blas de Lezo, el almirante, cojo, manco y tuerto que logró una victoria determinante...

Publicado: 21/06/2018 ·
21:07
· Actualizado: 21/06/2018 · 21:07
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Autor

Rosa G. Perea

Rosa G. Perea es escritora. Es cofundadora del Club de Lectura del Ateneo de Sevilla y editora en Almuzara

La Gatera

Como escritora, editora y colaboradora en medios de comunicación, Rosa G. Perea habla de todo, predominando la cultura

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Vivimos tiempos en los que enorgullecerte de algo es un arma de doble filo. Si te sientes orgulloso de ser español, eres un facha; si no ondea la bandera nacional en tu ventana, entonces eres un independentista. Si dices abiertamente que eres católico, tienes una camiseta con Torquemada en tu casa; si dices que no eres creyente, entonces quemas iglesias en tus ratos libres. El caso es que nos movemos con vértigo en esta sociedad del pendulazo, donde no hay términos medios, todo es blanco o negro según en la acera en la que camines. Por eso felicito de corazón a Luis Mollá y su nueva novela, “El Almirante”. Mollá no se ha cortado un pelo y ha hecho una magnífica obra sobre Blas de Lezo, el almirante, cojo, manco y tuerto que logró una victoria determinante sobre los ingleses en Cartagena de Indias, alcanzando las cimas del escalafón de la Armada a una edad tan temprana que puede que no hayan existido casos semejantes en la dilatada historia de la institución naval. Lezo se vio obligado a ejercer el mando de buques y agrupaciones navales en los escenarios bélicos más difíciles de imaginar y en circunstancias, casi siempre combates al cañón, que no permitían dudar ni hacer concesiones que pudieran ser aprovechadas por esos zorros de los mares que han sido siempre los marinos ingleses. Más allá de su larga lista de virtudes como hombre y como marino, y también con sus imperfecciones, que las tuvo como cualquier ser humano, la figura de Blas de Lezo se identifica con la de un líder militar extraordinariamente heroico y con la de un entrañable ser humano que a los españoles no debería movernos a otro sentimiento que el de un enorme y sanísimo orgullo. Con cada parte de su cuerpo que se fue dejando en los combates en los que participó, ganó un pequeño trozo de gloria para España. Gracias a la defensa de Blas de Lezo en Cartagena de Indias, quinientos millones de centro y suramericanos hablan hoy la lengua española en lugar de la inglesa. Y dejó sin la “cacareada victoria antes de tiempo” (en la que se permitieron hasta acuñar monedas festejando una victoria que aún no había sucedido) al almirante Vernon, para vergüenza perpetua de los ingleses.

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