En una semana loca con dimisiones de ministros y cesado el seleccionador nacional, cuando Urdangarin tendrá que entrar en prisión, el Recre sigue a lo suyo. Los corazones de los aficionados onubenses necesitan que un meteorito venga directo a la Tierra y en el último momento se frene, saque un mágico pulgar hacia arriba y se vaya. Quizás con eso, nos dé a nosotros una pequeña arritmia por estrés. Y es que el Recreativo lleva años, muchos años ya, existiendo en una vorágine de inexistencia, jugándose la vida en cada minuto y siendo mal utilizado por cualquiera (y cualquiera es, cualquiera. Se hace fácil dañar al Decano), que yo personalmente ya hasta me aburro.
Me sorprendería más tener un año tranquilo, con una pretemporada larga, goteo de fichajes y renovaciones, y esperar domingo a domingo por, aunque sea, estar en tierra de nadie en la categoría. Eso sí que me daría un vuelco en el corazón, porque me estaría esperando la trampa por detrás.
Lo que ha sucedido esta semana forma parte del continuo carrusel de emociones que es nuestro club. De nuevo la venta, de nuevo me parece a mí, si la justicia no lo impide, que alguien aparece a tomarnos el pelo. Parecía que un Vicente Simón el año pasado era suficiente, pero no, este año Eurosamop se asocia con una empresa de impronunciable nombre y acuden al pliego con unas condiciones muy raras. Ellos dicen que no es así, así que remito a lo dicho antes, mientras no se pruebe lo contrario y por lo que he leído, las condiciones sí eran bastante lamentables. Casi como querer al club porque nadie más lo iba a querer.
El problema para ellos radica en que ha llegado Zaphir Homes, un peculiar nombre de empresa encabezado por el ex presidente Paco Mendoza y por unos socios que no conozco. Su proyecto, sobre el papel, parece serio. Y digo parece, porque si hay algo que ha mutado en el Recreativo estos últimos años es que encima de la corona de nuestro escudo se ha tallado la palabra “Desconfianza”. No es para menos, aquí aplausos pocos. No creo que seamos tan insensatos y desmemoriados.
Si hoy finalmente Mendoza se hace propietario del Recreativo tendrá una oportunidad para redimir sus pecados anteriores. Puede hacerlo, y me alegraría que lo hiciera. Pero por mi parte no habrá ningún elogio hasta que vea un progreso cuantificable en el club: que se paguen deudas, que se esté al día, que parezcamos serios. En ese momento lo admiraré y lo controlaremos para que esto no desvaríe más. De momento, me aburro con tanto ruido y lo único que pido es la emoción que daría un club sereno. Seguimos.
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