ETA dice que se va a ir definitivamente. Pero la despedida está durando demasiado. Ahora se ha escenificado. Un foro social permanente y un grupo internacional de contacto que ya han tenido protagonismo en fases anteriores han anunciado que el cuatro de mayo en el país vasco francés darán pautas para “más avances en un futuro cercano... y... nuevos pasos relevantes”.
Tras tanto sufrimiento y tantas víctimas - 306 civiles, 43 cargos políticos y judiciales, 95 de las Fuerzas Armadas y 385 de policías y guardias civiles- es desesperante e inaceptable que quieran darle un aire de trascendencia y relevancia al anuncio de un futuro anuncio. La sociedad - la vasca y la española- sólo exigen un paso: la disolución de la banda armada y la entrega de todas las armas.
En 2008 estaban en prisión hasta 755 - la mayor cifra- y durante estos “años de plomo” murieron 38 terroristas mientras preparaban atentados y 89 en distintos enfrentamientos armados y 24 se suicidaron. Son cifras pavorosas unas y otras. Pero evidentemente no es igual morir que matar y eso es lo que hace imposible la equidistancia en lo que ellos llaman “el conflicto” y es sólo terrorismo.
Este terrorismo étnico-nacionalista , como le llama González Calleja, siguió matando tras la Ley de Amnistía. No reconocieron ni la reconciliación ni la democracia. ETA hasta consiguió que la Conferencia Episcopal con eufemismo vergonzante condenara “la pérdida de la vida” de muchos asesinados y sin nombrar a ETA por su nombre porque , como recoge Santos Juliá, “la Iglesia no es nominalista en sus formulaciones”. Con toda razón la iglesia vasca ha pedido ahora perdón por su falta de sensibilidad con las víctimas. Una pena que haya llegado cuando ETA va a comunicar su derrota absoluta, con el nombre que quieran darle.
Francisco Tomás y Valiente escribió antes de que lo asesinaran: “O ETA o nosotros, espectadores atónitos de sus crímenes, parientes o amigos de alguno de sus cadáveres y posibles víctimas futuras de la muerte que ellos administran”. El siguiente fue él mismo. Acababa de escribir que “ cualquier seudo-razón política desaparece ante el hecho crudo de la mano, la pistola y la nuca”. Exactamente como le sucedió a él mismo, uno de nuestros más brillantes presidentes del Tribunal Constitucional. ETA se lo arrancó a sus alumnos, a sus amigos y a su familia, como le pasa a todas las víctimas. Pidió la paz siempre.
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