Antes de escribir este título tan desagradable y grotesco, pensaba en algo así como “para tener la boca grande hay que tener el culo limpio”. Sí, ha empeorado. Lo reconozco. Puede ser grotesco, grosero y obsceno, pero acertado.
Cuando lapidan a alguien en la plaza mayor, usan descalificativos e insultos por decisiones que se toman en la gestión de lo público hay varias opciones. Aguantar el chaparrón, mirar para otro lado y no entrar.
El enfrentamiento directo puede ser otra opción. Y una tercera, que no se contempla con frecuencia, que el insultado, aprovechando que el motivo del apedreamiento público sea, efectivamente, su gestión, se ponga delante exigiendo que se muestren, y públicamente, las pruebas de lo cuasi delictivo.
La valentía de la difamación a través de susurros en los oídos de quienes necesitaban una chispa para coger una pancarta, las falsas asambleas que quedaron en el olvido –no por la lluvia, que tan sólo ha sido un mes-, la verborrea insultante diaria transformada en gobierno progre, han sido, tras tres años, un fracaso estrepitoso.
Fracaso porque la obra magna de esta legislatura será un parking que no querían, porque no han sido capaces de sacar adelante un presupuesto participativo, porque van a desarrollar residencialmente el club Mediterráneo y no han sido capaces de traer una cadena hotelera, porque el centro de protección animal costó una pasta y brilla por su ausencia –responsables políticos no hay-, porque vendían acabar con el paro sin competencia para ello…
¿Incumplimiento de programa electoral o fracaso? Ni una ni otra, sino ambas, además de cobardía, que también se escribe con j de jiñarse. Incapaz de ponerse delante en un cara a cara, después de todo lo que han promovido, todo lo fomentado y no tener un papel que demuestre todo lo que han dicho.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es
