De aclamaciones privadas y derrotas públicas

En el camino se ha quedado la rotura del pacto tácito y el consenso en la designación nacional de candidatos a las instituciones europeas

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La política española no deja de dar titulares penosos. De Guindos gana la vicepresidencia del Banco Central sin dimitir previamente de ministro, tras ser mal valorado en la eurocámara, por retirada de su oponente irlandés y elegido, finalmente, por consenso y sin apoyo de su contraparte nacional: el PSOE. Un auténtico camino triunfal de aquellos en los que había que colocar sobre la cabeza despejada del triunfador la corona de laurel y el susurro constante que le repetía, machaconamente, ‘recuerda que eres mortal’.

En el camino se ha quedado la rotura del pacto tácito y el consenso en la designación nacional de candidatos a las instituciones europeas. Así que De Guindos gana y el PSOE suma una derrota más a su haber, intenso, por cierto, en estos asuntos de pérdidas que provengan de aquello en lo que los enardecidos militantes no son los que deciden.

Elena Valenciano, al tiempo, resulta ser la socialista europea que reúne más consenso para ocupar la presidencia del grupo que aloja a los partidos de la segunda internacional y otras formaciones progresistas. Cuenta la española con las simpatías cosechadas en una larguísima trayectoria dedicada a la construcción europea desde la izquierda y el socialismo.

El error de no apoyarla ya lo pagaron, pagamos, los entonces críticos con la dirección socialista que sin duda alguna nos equivocamos. El tiempo le dio la razón y la voluntad de colocarla abiertamente en el liderazgo europeo - mujer, socialista y española – confirma su fortaleza política. Pero el PSOE tampoco la apoya. Segunda derrota europea si insiste en ello, porque Valenciano podrá no ser elegida – ella, sin el apoyo explícito del PSOE renunciará a su candidatura, parece ser – pero, si así es, ella no cosechará el fracaso, sino que lo haráun PSOE rencoroso y poco abierto que prefiere perder a ver ganar a los que no loan a los jefes.

Dos asuntos europeos que colocan al socialismo al frente de su propia deriva la semana posterior a la entronización reglamentaria del líder. Del Consulado al Imperio, los arribistas que patrocinan el liderazgo lo conducen inexplicablemente por la senda del error: del puño en alto y la internacional a fuego al crecimiento de Ciudadanos como alternativa moderada a un PP abatido. Hasta el socialismo portugués, modelo de izquierda donde los haya, eligió el camino contrario al del PSOE.

Todavía es tiempo de paliar los efectos disolventes en el electorado de una política de segundones al amparo de un liderazgo conquistado con solvencia en las urnas internas. El PSOE debería volver a ser un partido que piensa en ganar elecciones sumando sin concesiones absurdas a la demagogia ni resistencias insensatas. Si no, Cs lo tendrá cada vez más fácil.

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