Euforia es una palabra que puede describir al aficionado recreativista después de cuatro victorias consecutivas con el técnico Ángel López. Es normal, y más cuando lo de ganar era una buena costumbre que perdimos hace un tiempo y sólo disfrutamos en ocasiones contadas… y de pronto, ¡cuatro seguidas! (de momento). Ni con Marcelino o Lucas Alcaraz llegamos a esos registros, así que disfrutar el momento es lo ideal.
Pero al mismo modo llevamos tantos palos a la espalda, tantas sorpresas desagradables, que la cautela es base en el aficionado albiazul. Ya lo dice el propio Ángel López: sí, disfrutamos unos minutos, explotamos nuestra alegría y nos embriagamos del sabor de la dura victoria. Pero ya está. Aún no hemos hecho nada, absolutamente nada, y quedan demasiadas jornadas por jugar y vivir un tobogán de emociones con nuestros gladiadores sobre el verde.
Y es que tener los pies sobre el suelo y mantener la calma es básico para que todo vaya mejor. Ya sea en lo bueno, como en lo malo. Una lección que aprende con dureza Nacho Monsalve tras ser sancionado por cinco partidos tras dedicarle unas palabras malsonantes al colegiado. En mi opinión el castigo es excesivo, pero comprensible. La violencia, aunque sea verbal, no lleva a nada. Y si te expulsan, agachas la cabeza, te callas y sales rápido para no fastidiar a tus compañeros más. Ese temple no lo tuvo el defensor y ahora duele, porque creo que era un jugador fundamental en el lateral izquierdo. Durante más de un mes estará fuera y Casado o Marín se disputarán el puesto.
La calma no sirve sólo para minimizar errores, sino también para magnificar grandezas. Es algo que noto en Carlos Lazo, quizás el mejor jugador de banda este mes de noviembre por sus dos goles y sus asistencias. Ha dejado de ser un buscavidas alocado y piensa en el equipo (motivado, quizás, por Ángel López y su idea de ver el fútbol). Se asocia (vaya paredes con Boris), busca el disparo cuando puede, y cuando no el centro, se va en velocidad si está fresco y si tiene que recuperar fuerzas sirve de apoyo. Lo que se dice madurar y todos lo agradecemos. Ojala otros como Santi Luque alcancen esa calma, lo que nos hará aún mejores.
Así que, definitivamente, la euforia es mala consejera. No somos mejores que nadie si no estamos al cien por cien, si no utilizamos el cerebro además de las piernas. No todo es correr o ser rápido, va de adaptarse a la mejor situación en un momento concreto. En Huelva, los aficionados hemos aprendido a base de latigazos. Ahora recogemos frutos y lo transmitimos con inteligencia. ¡Seguimos!
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