Los médicos forenses consideraron que la cantidad de droga ingerida era tóxica, encontrándose en el cuerpo cocaína, metadona y benzodiacepinas en grado terapéutico. Asimismo, los médicos explicaron que la mujer presentaba punciones de haberse inyectado droga en ambas manos, asegurando que para ello, tanto si era diestra como si era zurda, había necesitado que otra persona lo hiciera.
Según defiende la Fiscalía, el acusado sabía que la mujer se encontraba en tratamiento médico con benzodiacepinas y que el consumo de droga le podía producir la muerte, ya que en enero de ese año una conocida suya había fallecido en su propio dormitorio por una reacción adversa al consumo de drogas. No obstante eso no evitó que le proporcionase la cocaína y la metadona que consumió y que “por su propia mano” le inyectase, por lo que horas más tarde falleció. Así, la Fiscalía elevó a definitiva su petición de condena: siete años y dos meses por un delito continuado de abuso sexual, diez años por un delito contra la salud pública y 12 años de cárcel por un delito de homicidio, lo que suma 29 años de prisión.
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