La primera vez que vi Yellow Submarine tenía 8 años. Mi padre, consciente de mi desmedida afición por el cuarteto de Liverpool, me llevó a verla a Sevilla, al CIne Bécquer, aprovechando un viaje del historiador Manuel Pérez Regordán en el que también nos acompañaban sus dos hijos, Jacinto y José María. Fue una auténtica experiencia, sobre todo porque no esperaba nada semejante, menos aún después de haber amoldado el universo de los dibujos animados a lo que hacía Walt Disney en el cine o Hannah Barbera en televisión. El apoyo musical en las canciones de los Beatles hacía más digerible el desarrollo de la narración, pero poco a poco uno quedaba atrapado en el fascinante mundo colorista y surrealista (todavía no conocía el significado de psicodelia) que envolvía al grupo en pantalla y, a continuación, por la peculiar diversidad de seres y creaciones que formaban parte de Pepperland, lugar al que viajaban John, Paul, George y Ringo para lograr el triunfo de la música, la paz y la naturaleza sobre la dictadura opresora de los Blue Meanis, que había secuestrado a la Banda del Sargento Pepper como primera medida de sometimiento. La película estaba plagada de mensajes y de nuevas experiencias; era hija de su época, pero, más allá de su planteamiento argumental, triunfaba la explosión artística del talento de Edelmann, verdadero artífice del poder iconográfico alcanzado por la película y que puso de manifiesto, una vez más, el concepto autorial e innovador de los propios Beatles en aquellos otros proyectos en los que se involucraban, más allá de los discos editados en cada momento.
Hace unos años pude volver a ver la película, cuando salió su edición en vídeo, que incluía una secuencia inédita, con la canción Hey Bulldog. El impacto sigue intacto, así como la influencia de una creación que abrió los ojos a cuantos experimentaron la llegada de un nuevo tiempo a finales de los sesenta y a los que, hoy día, necesitan de su originalidad manifiesta para inspirarse a la hora de recrear la fantasía psicodélica que derrocha el metraje del filme.
Por cierto, para aquellos que quieran conocer más detalles sobre la obra de Heinz Edelmann, también posee unas ediciones ilustradas de El señor de los anillos, publicadas en Alemania a principios de los setenta.
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