PSOE y PP confirmaron este miércoles en el Parlamento andaluz que la sintonía (ahora con matices) que demuestran en Madrid en torno al espinoso conflicto catalán no es ni mucho menos extrapolable al sur de Despeñaperros. Lo intentaron durante semanas los populares en torno al Presupuesto de 2018 con un baile de ofertas y contraofertas, de búsqueda de consenso y de amenaza de enmiendas a la totalidad, que no dio fruto alguno. Ni el Grupo Socialista en la Cámara ni mucho menos el Ejecutivo de Susana Díaz se prestaron a dialogar porque entendían que el primer partido de la oposición escondía un “paripé”, como expresó la pasada semana de forma elocuente la consejera de Hacienda, María Jesús Montero. Este miércoles se cumplió el guión consabido y los votos de PSOE y Cs tumbaron las enmiendas a la totalidad de PP, Podemos e IU, para que el proyecto de Presupuestos de 2018 fuese devuelto al Gobierno y retocado.
Nada de eso iba a ocurrir porque el PSOE tenía desde hace casi un mes atada y bien atada la norma legal más importante del año, la que le cuadra ingresos y gastos y la que, por tercer año consecutivo, saldrá adelante en apenas un mes gracias a la fortaleza parlamentaria que le garantiza Cs. Eso sí, en esta ocasión a costa de aceptar entre otras exigencias la reducción drástica hasta niveles de desaparición del Impuesto de Sucesiones para las clases medias.
A Montero le tocó la clásica misión de defender las cuentas antes de que la oposición le detallase por qué pretendía desbaratárselas. Estaba tan convencida de que el texto no peligraba que incluso tiró de carga poética. El Presupuesto, aseguró, permitirá “sacar al balcón la verdiblanca” para que la voz andaluza se oiga “alta y clara”. La carga metafórica servía para lucir, de nuevo, la estabilidad que la Junta vende desde hace semanas como principal valor de las cuentas a punto de aprobarse en tiempos de arenas movedizas y ataques a los cimientos del Estado.
La carga del mensaje estaba lanzada: al proyecto de ley se le colocó como apellido el de “la normalidad y la certidumbre” y el “componente de salud institucional” que “España necesita estos días”. A partir de ahí el argumentario ya conocido que habla de esfuerzo inversor, de luz al final del túnel y de refuerzo de políticas sociales y del Estado del Bienestar pese a los hachazos que la Junta denuncia, una vez más, que llegan de Madrid. “Se ha roto el contrato social que habíamos construido en España, lo que ha traído mayor desigualdad”, denunció la consejera en otro dardo hacia el Gobierno de Rajoy. Habrá según Hacienda más actividad económica y más empleo, y por tanto más ingresos tributarios para compensar la supresión de Sucesiones. El ingrediente de la infrafinanciación, “con 850 millones menos” al año, tampoco faltó a su cita.
La oposición, estéril
A PP, Podemos e IU, los impulsores de las tres enmiendas a la totalidad que acabaron tumbadas, tan sólo le quedaba el derecho a la crítica porque sabían de sobra que su esfuerzo sería estéril. Juanma Moreno, asumido el portazo a su vocación negociadora, denunció que los Presupuestos debían ser retirados porque “empobrecerán” a Andalucía y aprovechó para cargar contra “la ceguera” de Susana Díaz por hacer oídos sordos a su petición de compartir mesa y acuerdos.
A los dos partidos más a la izquierda de la Cámara tampoco les iba a ir mejor. Su pretensión cayó del mismo modo bajo los votos de PSOE y Cs. Antes de eso, Podemos protestó al entender que el Presupuesto es “irresponsable” y “está hecho con prisas”. Izquierda Unida, por su parte, reclamó la devolución del articulado al entender que "no saca a Andalucía de su pobreza ni mejora su tejido productivo".
El reproche a una presidenta ausente
Al líder de la oposición no le sentó nada bien que Susana Díaz abandonase su sillón y desapareciera del Salón de Plenos justo un minuto antes de que él subiera al estrado. “No puedo imaginar qué tiene que hacer esta tarde más importante que escuchar el debate de los Presupuestos”, se quejó Moreno Bonilla en el arranque de su intervención en ausencia ya de la presidenta, con la que pidió durante días debatir sin éxito.