Antonio Maíllo revalidó este domingo su indiscutible liderazgo al frente de IU Andalucía en la XXI Asamblea que la formación celebró en Benacazón. No había margen de sorpresa y mucho menos después de que las propuestas plasmadas en su documento político convenciesen ya el sábado al 81% de la militancia que acudió a las urnas, avance de lo que ocurriría. La candidatura del lucentino para prolongar su condición de coordinador general fue avalada finalmente por el 83% de los afiliados (2.501 votos), muy por encima de los apenas 511 votos (casi el 17% de los emitidos) que logró aglutinar su único oponente en liza, José Antonio Pérez Tapias. Hay pues Maíllo para rato.
El hombre que está llamado a continuar pilotando la quinta fuerza política andaluza tiene un plan. Lo ha ido moldeando en los últimos años, despegando en aquel 2013 que tan lejano aparece ahora. Eran tiempos en los que el PSOE había abierto a IU las puertas de San Telmo para cohabitar y frenar así el primer Ejecutivo del PP en Andalucía de la democracia tras la histórica (luego estéril) victoria de Javier Arenas. Aquello saltaría por los aires en 2015 y del romance con los socialistas no quedan ni rescoldos. IU sufrió un duro hachazo del electorado y desde entonces asume su lugar en la oposición, la bancada desde donde no concede ni un minuto de tregua a Susana Díaz.
Para llegar a revalidar el liderazgo Maíllo se ha visto obligado durante estos años a zafarse en mil frentes. Primero en el personal, donde un cáncer de estómago le retiró durante demasiados meses de la primera trinchera política. En lo orgánico heredó una pesada losa de más de 4 millones de euros de deuda de la anterior dirección que un sistema casi espartano de reducción de costes ha logrado difuminar. En lo político hay doble reto: frenar cualquier posibilidad de Gobierno del PP pero desalojando también de él al PSOE. La fórmula se llama confluencia y desde este domingo gana oxígeno.
Vía libre
Profesor de Secundaria en excedencia, Maíllo es un feroz defensor de lo público frente a los estragos del capital. Ahí no hay disidencia porque es seña de identidad de la casa en IU. El gran debate, aparentemente resuelto tras el respaldo mayoritario de ayer, era si había que recorrer esas nuevas sendas de la mano de Podemos. Su apuesta es clara: sí rotundo porque Izquierda Unida tiene sólidos cimientos ideológicos pero no cuenta con fuerza suficiente para avanzar en solitario.
Maíllo está convencido de que juntos, pero atrayendo además a cientos de agentes y colectivos sociales, pueden acabar con 40 años de hegemonía socialista. Tan firme es la apuesta que al coordinador general de IU le toca sufrir cada 15 días de boca de Susana Díaz dos estocadas ya clásicas: la presidenta le reprocha que erosione a la misma Junta de la que formó parte durante la pasada legislatura y le augura que su proyecto morirá engullido por Podemos. Ese pez pequeño devorado por el grande preocupa en voz baja en IU, pero su militancia ha decidido ya asumir el órdago.
Las reelecciones de Teresa Rodríguez en Podemos y la de ayer en IU dan vía libre a la confluencia. El doble experimento electoral de 2015 y 2016 no fue todo lo bien que se auguraba. Maíllo, reforzado, confía en el futuro. “Nuestra gente nos quiere cohesionados”, celebró este domingo.
La muy elocuente ausencia de Valderas
Diego Valderas, quien fuera vicepresidente de la Junta en los gobiernos de José Antonio Griñán y Susana Díaz, no se dejó ver este fin de semana por Benacazón. Ni estaba ni se le esperaba, consecuencia del distanciamiento sin retorno de la actual dirección que emprendió hace tiempo. El cisma alcanzó el episodio más amargo hace meses con la tormenta que desató el intento de la presidenta de la Junta de nombrarle comisionado para la Memoria Histórica.
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