Hasta el sonoro fiasco en las primarias del pasado 21 de mayo Susana Díaz estaba llamada a controlar el PSOE de arriba a abajo. Debía asentarse en Ferraz, simultanear el máximo poder orgánico con el de la dirección regional (o dejarlo en manos amigas) y consolidarlo sin sobresaltos en las ocho provincias. El castillo de naipes levantado con la firma notarial de la vieja guardia se tambaleó aquel día y hubo consecuencias. Pedro Sánchez negó al sector de su declarada enemiga hasta el último aliento en su nueva Ejecutiva y Díaz le correspondió excluyendo a finales de julio de su equipo a la tropa del secretario general. Eso sí, hubo mensajes de unidad y de respeto a la gloria arrancada por cada uno. “Tú en San Telmo, yo en Moncloa”, le pronosticó en 2015 Pedro a Susana marcando territorio.
El sanchismo no planteó batalla en el Congreso Regional de julio porque el acelerón que la dirección de San Vicente dio al calendario le sorprendió sin un candidato de garantías. Díaz fue reelegida sin necesidad de primarias y se acuñó la advertencia de que la verdadera pelea entre ambas corrientes se reservaba para los congresos provinciales de septiembre y octubre. No será así, o al menos será una guerra a pequeña escala y en un territorio más raquítico de lo previsto.
A falta de resolver reclamaciones, el decisivo tramo del pasado fin de semana en la fase precongresual ha dictado que sólo habrá primarias, y por lo tanto lucha de poder entre susanistas y pedristas, en tres de las ocho provincias andaluzas. Será apenas en Almería, Málaga y Granada donde las dos orillas en las que se ha escindido el partido diriman fuerzas. En el resto (Cádiz, Sevilla, Jaén, Huelva, Córdoba) el sector afín a la presidenta puede presumir ya de haber revalidado el poder porque los aspirantes adscritos a Ferraz no han sido capaces de reunir en plazo el número de avales que exigía el proceso. Eliminados pues de la carrera a las primeras de cambio, Susana Díaz tiene ya asegurada su hegemonía en más de la mitad de la región y tan sólo tendrá que aguardar a que la militancia le conceda en las urnas la victoria en los tres territorios donde el sanchismo sí ha superado estos días el listón.
Buena parte de la derrota de los disidentes andaluces se atribuye al “20%”. Los adeptos a la causa de Ferraz clamaron en el desierto contra la imposición de la dirección andaluza de mantener ahí la exigencia de avales para poder aspirar a dirigir cada PSOE provincial. La senda la marcó el propio Congreso Regional a finales de julio entre protestas del sanchismo. Un mes antes el Congreso Federal, el de la segunda coronación del autor del “no es no”, había aprobado en Madrid un drástico recorte en el número de apoyos que debía recoger cada candidato a secretario general: del 20% vigente hasta apenas un 3%. Se alegó entonces que así se fomentaba la participación y se aliviaba el peso de las listas oficiales, pero el PSOE andaluz dijo nones aferrándose a la letra pequeña: a falta de desarrollo reglamentario, cada territorio tenía manos libres para decidir si mantenía el 20%, acogiéndose aún al 38 Congreso, u optaba por la renovación y menguaba hasta el 3%, como se decidió en el 39.
El camino más despejado
En esa bifurcación Díaz encontró camino abonado para sus intereses: mantendría el 20% para complicar en lo posible las candidaturas del sanchismo andaluz, aún en fase de composición y con menos aparato a su favor. Dicho y hecho, esa barrera ha resultado infranqueable en cinco de las ocho provincias. Las aspiraciones se han frustrado para Eva Patricia Bueno en Sevilla, José Martín en Huelva, Teba Roldán en Córdoba, Valeriano Bermúdez en Jaén y Jesús Ruiz en Cádiz, aunque en este último caso hay anuncio de impugnaciones por el número de avales rechazados. A Ferraz sólo le quedan pues 3 batallas de 8.
Se repite el esquema de las primarias
El sanchismo ha perdido en Cádiz uno de los bastiones que logró erigir en las reñidas primarias de mayo, aquéllas de tan mal recuerdo para Díaz. Fue en esa provincia, con elSe repite el esquema de las primarias 39% de los votos, donde el secretario general arañó el mejor resultado de Andalucía, imponiéndose incluso en la capital. Salvo ese sorprendente caso, en el que no se ha tocado el listón del 20% de avales, las tres provincias donde sí habrá batalla reproducen los lugares donde Sánchez arrancó mejores porcentajes hace cuatro meses: Almería (37%), Málaga (35%) y Granada (35%).