Los políticos son una especie social difícilmente encasillable y complicadamente justificable en su mayoría de acciones, a no ser que pertenezca a otra subespecie de dudosa dignidad que aplaude antes incluso de actuar estos.
Las andanadas de algunos políticos locales van más allá en su empeño de mantenerse al margen de lo que dicta la responsabilidad del cargo, de la propia cordura y de la justicia. Una irresponsabilidad en toda regla al mostrar a los ciudadanos la cata moral de convertirse en juez y parte en un ejercicio antidemocrático y cuanto menos deleznable.
La política todo lo politiza y este equipo de Gobierno portuense no podía ser menos en mostrar públicamente y en un acto de rebeldía ante un sistema que forman parte de él.
El empeño de presionar judicialmente y utilizar sus medios para ejercitar una posición parcial y a todas luces peligrosa por intentar reescribir otro escenario bien diferente. PSOE e IU se equivocan, lo vuelven a hacer, en dictar un posicionamiento del todo injustificable al dar cobijo a delincuentes confesos y con sentencia en firme (Andrés Bódalo), alentar a una prófuga (Juana Rivas) o a mostrar abiertamente su apoyo a Juan Clavero en un encauzamiento aún abierto y sin dilucidar y sin juicio ni sentencias.
La imparcialidad y neutralidad no queda correspondida de la misma manera ni con la misma rapidez para disculpar las sentencias adversas tras alentar para hacer dudar.
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