Fue hace 25 años. Un cuarto de siglo. Concretamente, el 21 de abril de 1992. Ese día, la línea de Alta Velocidad Española (AVE) entre Madrid y Sevilla quedaba inaugurada oficialmente bajo la presencia de los reyes don Juan Carlos y doña Sofía y coincidiendo con la apertura de la Exposición Universal de la capital andaluza.
Los años fueron trascurriendo y la Alta Velocidad Española continuó su paulatina expansión extendiendo sus raíles a otros grandes núcleos urbanos de nuestro país: Barcelona, Málaga, Córdoba, Valencia, Valladolid… A día de hoy, con más de 3.200 kilómetros,
el AVE es la red viaria más grande de Europa y la segunda en el ranking mundial, solo por detrás de China.
A esos tramos ya operativos, hay que añadir la actual ejecución de otros 1.700 kilómetros y unos 3.700 kilómetros más en estudio o proyecto. Y es que el AVE es mucho más que un simple medio de transporte, es una herramienta fundamental para la vertebración del país que, a su vez, supone una considerable mejora de la calidad de vida de los españoles.
Desde su puesta en marcha, el tren de alta velocidad ha multiplicado prácticamente por siete su número de kilómetros de alta velocidad en servicio, su recorrido se ha ampliado a 47 ciudades pasando a dar servicio al 67% de la población española, y ha transportado a un total de 141 millones de viajeros. Ahora se entiende porque España es conocida como “el país de la alta velocidad”.
El valor del tiempo
El AVE se ha consolidado como el ferrocarril más veloz del mundo gracias a una media de 222 km/h, superando a Japón (218 km/h) y Francia (216 Km/h). De hecho, Renfe, la matriz operadora, fue la primera compañía de la historia en comprometerse a mantener la puntualidad de sus trenes bajo la promesa de devolver el importe del billete a los pasajeros si el retraso era superior a cinco minutos. La entidad pública ha mantenido su palabra de forma tajante y el AVE se distingue por una puntualidad que roza el 99% de los viajes.
Y es que el incremento de la velocidad comercial media que permite el sistema de alta velocidad ferroviaria es el factor clave que ha provocado la transformación del sistema de transporte peninsular en España. Los datos muestran un antes y un después en las principales conexiones donde el tren de alta velocidad ha irrumpido.
El salto respecto a finales de la década de los ochenta es elocuente, con incrementos alcanzados del 160%, como en el caso de la conexión Ave Madrid-Sevilla, cuya velocidad comercial media en un viaje sin paradas se sitúa hoy en 201 km/h, frente a los 96 Km/h de 1986 o en la conexión Ave Madrid-Málaga, en 220 Km/h frente a los 86 Km/h de hace 25 años.
Un vistazo a los tiempos de viaje previos a la red de alta velocidad recuerda en qué punto se encontraba el ferrocarril en España y hasta qué punto esta tecnología es capaz de cambiar la situación, con beneficios que van más allá del tiempo que pasamos viajando, obviamente.
Al margen de la fiabilidad, la puntualidad y el confort, y de los efectos ambientales y económicos, la alta velocidad ferroviaria otorga un nuevo valor al tiempo cuando se trata de recorrer distancias superiores a 100 kilómetros. Una jornada parece estirarse y de algún modo sentimos que sobra tiempo.
Madrid-Sevilla-Málaga
Y es por ello que durante el año pasado (2016), más de 3,23 millones de viajeros utilizaron los servicios de alta velocidad que unen Sevilla y Madrid (Ave), con un incremento del 1,8% respecto año anterior. Se trata de un servicio que ha situado al tren de alta velocidad con una cuota de mercado frente al avión que supera el 89%. Sumados los viajeros de los actuales servicios lanzadera (Avant) entre Madrid y Ciudad Real el pasado año, 1,08 millones, la cifra de viajeros que utilizan los servicios de alta velocidad comparables con 1992 (Madrid-Ciudad Real-Córdoba-Sevilla) se sitúa en 4,31 millones, con una media mensual de 360.000 viajeros, lo que supone una diferencia del 119% frente al dato de 1992.
El impacto de la línea de alta velocidad Madrid-Ciudad Real-Córdoba-Sevilla es, sin embargo, mayor, puesto que las provincias de Málaga, Cádiz y Huelva acceden a sus ventajas. En mayo de 1992, los trenes Talgo Madrid-Málaga comenzaron a circular por la nueva línea (en el tramo entre Madrid y Córdoba), lo que permitió reducir en dos horas el tiempo de viaje entre las dos ciudades. 165.000 viajeros (0,16 millones) utilizaron estos nuevos servicios más rápidos en 1992, a pesar de no ser aún trenes de alta velocidad. El dato no admite comparación con las cifras actuales: 2,35 millones de viajeros utilizaron los servicios Ave que unen Málaga y Madrid en 2016, con un incremento registrado sobre el año anterior del 4,2%.
Para alcanzar estos hitos, hasta el momento, el Ministerio de Fomento ha realizado una inversión de 39.500 millones de euros, un presupuesto que sin duda alguna ha convertido al sector ferroviario en unos de los principales activos del sistema económico español.