Estimables compatriotas:
Si tengo el privilegio de que os acerquéis a mis escritos sabréis que este es el tercero de la serie y que es premisa en todos ellos el más profundo respeto a las decisiones que tomen a quienes me dirijo. No podría ser de otra manera.
Como su propio título indica los destinatarios son aquellas personas que votan cualquiera de las opciones progresistas que concurren a nuestros comicios.
Tras el resultado de las Primarias Socialistas observamos con mayor amplitud y claridad el panorama que se nos presenta ante nuestros ojos. El éxito de la militancia socialista merece un reconocimiento y en el resto se manifiesta la esperanza de que el PSOE ofrezca una alternativa muy distinta a la que tiempo atrás provocó la desafección de buena parte de su electorado. Con estos presupuestos, sea bienvenido el nuevo PSOE.
El principal escollo con el que chocan las ilusiones de los votos progresistas se concreta en la tradicional división de éstas ante la monolítica consistencia de la derecha protagonizada por el PP. Todo esto, por manido, no deja de ser cierto, pero conviene entrar en materia para evidenciar que no es una verdad absoluta y que en los matices se perfile con otro enfoque la afirmación. La idílica unidad de las fuerzas conservadoras tiene como justificación exclusiva los intereses comunes que son los mismos que los de aquellos poderosos grupos que representan. No son tan puros como se ve. Cuentan con una élite que sabe lo que se hace y mueve los peones con maestría. Un buen ejemplo fue la promoción de Ciutadans a grupo de ámbito estatal, temiendo que si toda la desilusión que sufría el sistema se agrupase en torno a una sola opción, radicalmente enfrentada con el poder como PODEMOS, podrían temblar los cimientos del viejo edificio del sistema. Una vez atenuada la avalancha morada, para lo que contaron y cuentan con poderosos aliados, C´S empezaba a ser menos necesario. Incluso ahora, con el huracán de casos de corrupción que amontona el PP, mantienen a la formación naranja por si al electorado conservador le acometiese las dudas de dar su merecido electoral al partido del gobierno. La alternativa está ahí, comprobaréis que el enemigo no tiene un pelo de tonto. A ver si la otra parte, la de quienes cargamos con la crisis, con los recortes y con el empeoramiento de nuestras condiciones de vida aprendemos.
Las diferencias entre las fuerzas progresistas, en cambio, se fundamentan en cuestiones ideológicas y quienes se han adscrito conscientemente a una determinada línea de pensamiento, no son proclives a cambiar por cuestiones egoístas por muy interesadas que sean. Llegados a este punto habría que volver al tópico de la imposible unidad de este sector del espectro político, ¡pues no! Sin ningún género de dudas esta exigencia ideológica no impide que se pudiese establecer la unidad de acción entre ellas y es este principio el que posibilita con toda lógica superar el lastre. Analicen que PSOE, UNIDOS PODEMOS, Las Mareas y grupos de orientación similar, EQUO y otros grupos ecologistas, PACMA , y demás grupos de republicanos, socialistas o comunistas, estatales y autonómicos alcanzan niveles superiores a los que alcanza la derecha. Pero carecería del mínimo de garantía si no se dan pasos firmes para que esto fuese posible. Para ello, respeto, voluntad y mirada al frente. No se de trata de renunciar a nada, allá cada cual con sus ideas, todas muy respetables. Esto consiste en poner por delante los intereses de la amplia mayoría a nuestros dogmatismos ideológicos. Nadie tiene que perder su identidad y la lógica demuestra que son muchos más los motivos para establecer la acción común unitaria que para seguir cada cual a su aire y con muy poco futuro: unidad para solucionar los problemas de la mayoría; por delante lo que nos une, detrás lo que no separe.
Es preciso concretar la explicación porque puestos a sumar escaños las cuentas no salen: muy sencillo porque la Ley Electoral que padecemos, hecha para facilitar gobiernos mayoritarios, perjudica a todo el mundo ya que no respeta la proporcionalidad. Quede claro que digo perjudica, pues incluso quien gane beneficiándose por un sistema injusto no debe sentirse orgulloso: lo que está mal no tiene vuelta de hoja. Sí está claro que hoy en día a quien más beneficia es al PP. No nos olvidemos que todos los grupos de la Cámara, salvo estos, prometieron cambiar este bodrio por una ley electoral justa y para ello pasa por un sistema proporcional y por el cambio de las circunscripciones provinciales por otras autonómicas que aun no siendo perfecta sería la ideal, no olvidando otros aspectos, como el voto rogado o las incongruencias de la Cámara Alta, etc, etc, etc. Un cambio que la haga de verdad justa y representativa. La Ley D´Hont, la que sufrimos actualmente, favorece descaradamente a los grupos mayoritarios y aún es mayor la discriminación con el mantenimiento de circunscripciones provinciales. Si se incorpora una ley proporcional pura, con adjudicación de escaños residuales a los restos más altos y la organización por circunscripciones por autonomías obtendríamos un sistema correcto.
No nos engañemos, la mayoría de este país es progresista y solo la torpeza, el excesivo protagonismo o la intransigencia ideológica nos impiden que esto dé la vuelta.
Ahora, conseguido esto, cuando vayáis ustedes a votar, podréis hacerlo libremente a quienes consideréis más en consonancia con vuestra postura ideológica, no os veréis obligados al voto útil, siempre que antes hayáis exigido a quienes os van a representar a que se obliguen a trabajar por el bien de la mayoría. Somos quienes cargamos con todo el sufrimiento que la casta poderosa, bien arropada incluso por gente de nuestra clase social, nos impone en base al engaño que supone una ley hecha con la clara intención de mantener el estatus de quienes la promocionaron.
Solo hace falta que el PSOE cumpla con las expectativas y que nadie se descoloque por buscar notoriedad.
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