Andalucía

"El Pacto por la Industria puede quedarse en una foto"

Aurelio Azaña, decano del Colegio de Ingenieros de Andalucia Occidental, pide que el pacto impulsado por la Junta sea ejecutivo y que se eliminen trabas.

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  • “Si el Gobierno quiere fomentar la industria, que le dé el máximo rango: una consejería”
  • “Las nuevas becas las apoyamos pero pedimos criterios más laxos: las ingenierías son estudios duros”
  • “Hay una estructura inoperativa pública que provoca el bloqueo de proyectos”

Pregunta. Pacto por la Industria: promovíais uno los ingenieros, luego la Junta firmó otro con patronal, sindicatos y empresas. ¿Llegará alguno de estos a concretarse en proyectos e iniciativas?

Respuesta. Nosotros venimos apostando por revitalizar el tejido industrial de Andalucía tanto como colegio como desde Asian. Pensamos que no habrá progreso si no es con un tejido productivo industrial, potente, acorde a las necesidades de la sociedad. En Andalucía vamos con mucho retraso. Hace casi dos años, desde Asian promovimos la firma de un Pacto por la Industria con todas las fuerzas sociales, incluidos sindicatos, patronales, colegios profesionales, universidades, centros tecnológicos… Que toda la sociedad civil respaldase el pacto y fuera un pacto integrador. Queríamos medidas concretas como crear un clima de confianza en el inversor. Para esto se necesita unanimidad de fuerzas políticas y sociales. Ese era el objetivo de nuestro pacto. Y que llevara a una Ley de Fomento Industrial. Creemos que la única forma de generar garantías en el empresariado o el inversor es tener esa ley que defienda sus intereses. La Junta, en el último momento, acogió bien la idea pero hicieron su pacto a su manera. Cualquier medida que se oriente a fomentar la industria, nosotros lo aplaudimos. Nos hubiera gustado que fuera más ejecutivo. Los ingenieros buscamos objetivos y resultados, que se puedan medir. Nos hubiera gustado que el pacto estuviera orientado a elevar el PIB industrial andaluz. Ahora estamos en un 13% aproximadamente, pero la UE se ha marcado el 20% en el año 2020. Estamos muy alejados. No merece la pena engañarnos a nosotros mismos pensando que vamos a llegar a ese objetivo, quizá mejor pensar que lo vamos a alcanzar en 2025 o 2030. Pero empezar a trabajar desde ya. Un pacto por la industria que ha excluido a otros partidos políticos, a organizaciones profesionales como la nuestra, pues nos parece que puede terminar en una foto. Aunque alabamos cualquier medida orientada a fomentar la industria.

P. Detrás del pacto por la Industria hay 8.000 millones de euros de fondos europeos. ¿Estamos trabajando para optar a la mayor parte posible de esos fondos?

R. El tema del dinero es importante. Pero creo que por donde hay que empezar a trabajar en Andalucía no se resuelve con dinero. Por ejemplo, quitar trabas administrativas supone desinvertir en una estructura que se ha montado que es absolutamente inoperativa. Puede ayudar plantear al inversor que tendrá un incentivo si se instala en Andalucía. Pero antes hay que atajar otros problemas que deberíamos haber resuelto hace tiempo.

P. En vuestro Pacto por la Industria se decía que había que hacer atractiva Andalucía en el extranjero. ¿Cómo se puede avanzar?

R. La clave en todo esto es vender. Por mi trabajo tengo que desplazarme fuera de España, y el mundo sigue moviéndose, hay muchas inversiones esperando lugares atractivos para implantarse. Andalucía, puerta industrial de Europa. Hay un atractivo enorme para cualquier inversor. Hay que saber ir a por esas inversiones. Estamos en un sitio estratégico, y bien aprovechado sería un filón. Si industrializamos Andalucía, lograremos que la generación de nuestros hijos no se tenga que ir fuera a trabajar. Gente muy bien preparada que por diversas razones, considera que fuera hay más oportunidades. Siempre es recomendable salir a ver otras formas de trabajar, pero cuando te marchas por necesidad, da pena. También soy profesor a tiempo parcial en la universidad pública y privada. Todos mis alumnos están resignados a tener que irse fuera de España. En Andalucía, según las estadísticas de la Escuela de Ingenieros y por nuestra bolsa de empleo, el número de ofertas para trabajar aquí es el 30% del total, el resto es fuera de la comunidad o de España.

P. En Andalucía decimos que tenemos todos los mimbres para atraer todo tipo de proyectos, pero cuando llega un gran proyecto, ¿por qué no cuajan?

R. La razón más importante, aunque hay varias, es la falta de voluntad política de atraer esos grandes proyectos. Quizá hay que intentar fidelizarlos de la manera que sea. Un político lo que más teme es que le monten polémicas, y por eso quizá los proyectos se hacen más oscuros. Cualquier problema técnico se puede solucionar, valga más o menos, y lo que falta es voluntad política para llevar esos proyectos hasta el final. Además la administración puede facilitar mucho la obtención de todas las licencias administrativas. Si a un empresario americano le decimos que puede tardar siete años en conseguir una autorización administrativa, pues no viene. Necesitamos agilidad, más apoyo político. En su cúpula los políticos tienen buena voluntad y respaldan los proyectos, pero luego llegamos a la maquinaria tan gorda que se ha creado que devora todo lo que llega a ella.

P. ¿La clase política está sensibilizada o no?

R. Siempre dicen que necesitamos más industria, pero luego no veo medidas concretas. Por ejemplo, venimos apostando desde hace 15 años que necesitamos una consejería de Industria. Hasta ahora no nos han hecho caso. Si quieres fomentar un sector, le tienes que dar el máximo rango posible. Como la consejería de Turismo. Ahora tenemos un secretario general de Innovación e Industria y Energía. Lo conozco y es un tipo excelente, un buen gestor. Tenemos una dirección general de Energía, Industria y Minas. Pero está todo ahí junto. Hay que darle un escalón superior.

P. ¿Los casos de corrupción en Andalucía afectan a la hora de que un inversor venga o no a la comunidad?

R. Mi opinión y percepción personal, tras recorrer mucho mundo, es que corrupción hay en todas partes. Si ter vas a Latinoamérica, ya ni hablamos. En Alemania, en Francia, en Reino Unido… Pero nosotros aireamos nuestros trapos sucios en público, y ellos los lavan en casa. Esa es la diferencia fundamental. Estamos aireando demasiado nuestros trapos sucios. Lo que queda ahora es que los políticos se dejen de tirar los trastos a la cabeza y se pongan a trabajar por un objetivo común. Un pacto de Estado a nivel autonómico, por una vez.

Abengoa

P. Sobre la crisis de Abengoa, ya superada, ¿qué futuro ves para la empresa?

R. Tiene mucho futuro. Cuando se dedique a su proyecto tradicional, el de los proyectos llave en mano, recuperará la senda del beneficio. Es una empresa que tiene producto. Muchas veces el problema es tener un producto que impacte. Por ejemplo, el saber hacer en termosolar la hace única en el mundo. Si los nuevos gestores hacen las cosas bien, tendrá mucho futuro. Me alegraría por ello.

P. En esta crisis que nos ha tocado tan de cerca, ¿hemos hecho la autocrítica suficiente para no volver a repetir situaciones así?

R. No sé si se ha hecho esa autocrítica. Los humanos tropezamos varias veces en la misma piedra. Va en nuestra naturaleza. En general, a nivel económico, empezamos a inflar la burbuja de nuevo. Y no hemos hecho grandes cambios, y en el sector de la ingeniería tampoco veo grandes cambios. Vamos a intentar inflar la burbuja de nuevo. Llegará un momento en que tendremos los mismos resultados, como decía Einstein.

P. Hay una propuesta para becar a los estudiantes que aprueben en primera convocatoria las asignaturas universitarias. Vosotros pedís que se haga alguna excepción con los estudios de ingeniería, ¿por qué?

R. La medida nos parece acertada y positiva. La aplaudimos y respetamos. Con los estudiantes técnicos queremos que se tenga un tratamiento especial, porque son muy duros, es muy difícil ir a curso por año, aprobarlo todo en primera convocatoria. Si el estudiante ve esta situación, puede decidir ir a buscar algo más sencillo. Puede desincentivar a estudiar ingeniería. Proponemos que en nuestro caso los baremos sean un poco más bajos. En el Real Decreto de 2007, del ministerio, para tema de becas ya se hacía una diferenciación entre carreras de ingeniería y de otro tipo: en concreto, entre un 15% y 20% menos duros que para el conjunto de estudios.

P. ¿Cómo ha acogido la Junta la medida?

R. El consejero no nos ha pedido opinión, no nos ha llamado. Nos gustaría sentarnos y mostrarle cómo vemos este tema.

P. Al aceptar una propuesta como la vuestra, ¿no se abre la puerta a que otros también pidan un trato diferencial?

R. El hecho de que las enseñanzas técnicas son más duras es un hecho incontestable. Es una bestia negra que nos persigue a los ingenieros. Hay una falta de vocaciones científicas y técnicas. Y la razón fundamental es el miedo a estudiar esas carreras tan duras, que sacrificas tanto de tu ocio, pero el resultado merece la pena pues tenemos menos paro, tenemos una buena consideración social, tenemos 40 años de ejercicio profesional cómoda y placentera que puede estar muy bien. Esos cuatro o seis años, que se te conviertan en ocho o diez años, pueden convertirse en algo muy duro para quien se plantee estudiar estas carreras. Por eso pedimos que no sólo no se desincentive, sino que se apoye a quien quiera estudiar carreras técnicas. En los últimos años, las vocaciones técnicas han caído en la universidad entre un 23 y un 25%. Tenemos un 25% menos de alumnos que hace 5 o 10 años. Y el mundo necesita ingenieros.

P. Entonces, ¿vamos a ser una fábrica de ingenieros para otros países o podremos absorber la oferta de estudiantes?

R. Mientras no seamos capaces de darles una oportunidad acorde a su formación, tendrán que buscarse la vida. Afortunadamente pueden buscársela fuera. Los que nos quedamos aquí tenemos la responsabilidad de crear las condiciones necesarias para que puedan volver. Está bien que salgan fuera, pero que dentro de 5 o 10 años vuelvan para aportar todo el conocimiento adquirido para desarrollar su tierra. Si lo hacemos bien, puede ser muy interesante.

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