Llega junio y con este caluroso mes uno de los acontecimientos más importantes para los centros educativos: las graduaciones de fin de curso, que anuncian el fin de un duro año escolar para toda la comunidad educativa. La ilusión de estos aparatosos actos, a veces, interminables, llegan marcados por la ilusión del ansiado verano, que para los más pequeños, es todo un referente vacacional, que implica, no sólo la superación de una etapa en sus iniciadas vidas, también descansar de tareas, deberes, exámenes, horarios, etc. Al margen de las buenas o malas notas, que en estos actos pasan a un segundo plano, en estos días de festividad escolar, se busca la participación de todos y cada uno de los alumnos, tarea ardua, en la que existe un sobreesfuerzo por parte de los docentes, que se las ingenian para lograr una fiesta acorde con lo que se espera, intentando que padres y alumnos queden contentos y que cada cual tenga su momento de protagonismo, y siempre hay críticas, desde un desconocimiento parcial, valorando algún hecho concreto, sin tener en cuenta el gran trabajo y esfuerzo que requiere coordinar todo el entramado necesario para tal fin. Como miembro de una familia de docentes, observo desde la distancia el gran esfuerzo que muchos maestros realizan para que exista una velada inolvidable, dentro de las posibilidades de cada Colegio; meses atrás, ya van buscando ideas, valorando propuestas o buscando canciones para representar, sacándole tiempo al tiempo para compaginar asignaturas con ensayos de bailes, teatros, relatos, juegos, horarios de ensayos, con todo lo que ello conlleva. En los que son los propios tutores los que deben, por imposiciones de guión, implicarse hasta el más ínfimo detalle. A los padres, a veces, se nos olvida que más allá de las aulas los educadores tienen una vida, y parte de ésta, la emplean en lograr un bonito final para recordar en un futuro, cargándose de tensión, nervios, que solemos complicar con nuestras negativas apreciaciones. Deberíamos admirar más a los maestros, profesores, educadores, que marcan una parte importante de nuestras vidas, facilitando su labor, y que en estas fiestas de cierre escolar, cada vez más mecanizadas, sirvan también como agradecimiento, poniendo en valor a quienes han sido, son y serán responsables educativos del futuro de nuestros hijos.
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