De vuelta a Ítaca

¿Dónde está la política municipal?

Hace unos días viví una desagradable experiencia cuando, yendo por la calle paseando con mi hijo de dos años...

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Hace unos  días  viví una desagradable experiencia  cuando, yendo por la calle paseando con mi hijo de dos años, un perro suelto se abalanzó sobre mi pequeño. Aunque todo quedó en un susto, no quise dejar la cosa estar. Y es que después del incidente la irresponsable dueña hizo como si nada, y tranquilamente se limitó a amarrar a su perro de presa sonriendo. Yo, tan atónito como nervioso, me acordé en ese momento de todos los ancestros de aquella mujer, pues desde luego estaba en mi derecho a comportarme como un energúmeno después de la tensa situación que había vivido. A la señora, lejos de importarle un pimiento mi malestar, pareció que le ofendieron mucho mis palabras, y envalentonada e indignada, respondió con inusitada violencia a los insultos de un padre que tan sólo había sido víctima de su negligencia.

Algunos vecinos se acercaron y me informaron de que aquello no era la primera vez que ocurría, pero que por suerte nunca había pasado nada. En ese momento llamé al 112, y después de casi dos horas esperando a que apareciese la Policía Municipal, decidí marcharme a casa cabreado por una vez más haber sido ninguneado como ciudadano. Esa misma noche, tal vez con la vana idea de desahogarme, escribí lo sucedido en las redes sociales, y para mi sorpresa recibí respuesta desde la cuenta de Emergencias de Sevilla, que en privado, excusaron su inacción en que había habido un incendio en la zona norte de la ciudad.

No sé si siempre que se llama a emergencias hay un piso ardiendo en la capital, pero el caso es que a cada llamada intentando denunciar a esa señora, mis vecinos han recibido el silencio por respuesta. No me malinterpreten, pues no creo que la responsabilidad deba recaer en la Policía, que bastante tiene con salir adelante con unos efectivos que se han ido reduciendo drásticamente en los últimos años. Pero sí que creo que el responsable político de nuestra seguridad en Sevilla, el delegado señor Juan Carlos Cabrera, debería tener algo que decir al respecto, pues con su nefasta gestión está dejando a los sevillanos desamparados y huérfanos de un cuerpo que en teoría debería servir para protegerles.

Supongo que, como buen socialista, para Cabrera todo esto será una cuestión de prioridades, ya que no se puede pretender que la policía esté disponible para asuntos sin importancia como que un perro tenga atemorizado a un barrio. Aunque eso sí, para los temas que convenga al partido o sus gerifaltes nunca faltarán policías municipales. Y así, lo mismo tendremos a decenas de efectivos disponibles para desalojar a concejales de la oposición del Ayuntamiento de la capital, que a policías vestidos de gala ejerciendo de guardia pretoriana en la boda de la antigua alcaldesa de Tomares. ¡Qué le vamos a hacer! Siempre hubo clases en esta Andalucía de caciques que confunden lo público y lo privado para nuestra desgracia.

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