El timo industrial

Publicado: 16/06/2017
Cuando se habla de la corrupción en España hay quienes maliciosamente aprovechan para traer a colación el viejo asunto de la picaresca española
Cuando se habla de  la corrupción en España hay quienes maliciosamente aprovechan para traer a colación  el viejo asunto de la picaresca española.

Personalmente, no creo que los españoles seamos ni más pícaros, ni más corruptos que los ciudadanos de los países del entorno, y al hablar con mis colegas extranjeros he constatado que también están preocupados por la corrupción en sus respectivos países, y que a pesar de las noticias no nos ven como un país especialmente proclive al timo y la corrupción.

Llevo toda la vida oyendo hablar del papel de la picaresca de los españoles a lo largo de nuestra historia.

En nuestra literatura, teatro y cine, el pícaro ha gozado muchas veces de cierta simpatía, y sus acciones (los timos) han sido incluso justificadas por las circunstancias, saliendo bastantes veces peor parada su víctima, acusada frecuentemente de avara.

La leyenda que asocia la picaresca y los timos a España perjudica nuestra imagen, como la “Leyenda Negra” española, utilizada por países como Gran Bretaña, nos perjudica desde hace siglos en el escenario internacional.

Pero actualmente las cosas han cambiado, y muchos ciudadanos británicos parecen haberse contagiado de nuestra picaresca.

El pueblo que convirtió a salteadores de caminos en paladines de la justicia y a crueles piratas en defensores de la libertad, el que considera a España un lugar ideal para tomar el sol de día y embriagarse por la noche, también incluye a numerosos ciudadanos que – según recientes noticias – han estafado millones de euros a los hosteleros españoles mediante un timo digno de la picaresca.

El timo consiste en que muchos turistas británicos que viajan a España con turoperadores, cuando regresan al Reino Unido, reclaman a estos una indemnización por haberse intoxicado con la comida ingerida en el hotel.

Como la normativa de consumo británica no exige presentar un parte médico, el turoperador no puede probar que el cliente no se puso enfermo, y para evitar los gastos de un juicio termina por indemnizarle.

Esos ingleses lejos de considerarnos pícaros, nos convierten en víctimas de un timo realizado y organizado a gran escala, con la participación de algunos turoperadores, de médicos y abogados que les facilitan partes fraudulentos y asistencia legal, e incluso de grupos que captan a los posibles “timadores” en la puerta de los hoteles.

Como con casi todo lo que se nos ocurre a los españoles, los beneficios suelen ser para otros, y la picaresca no iba a ser una excepción.

Así, el clásico timo de no pagar la comida alegando que cayó mal, ha sido industrializado por muchos británicos. El asunto no tiene gracia, pero lo cierto es que hemos perdido hasta la industria del timo.

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