Por si quedaba alguna duda, Susana Díaz confirmó este martes con luz, taquígrafos y fotógrafos que está decidida a teñir de izquierda el último y decisivo tramo de legislatura. En el ahora enterrado intento de asaltar Ferraz se ganó la etiqueta de encarnar “el ala derecha del PSOE” y parte de su estrategia pasa ahora por sacudírsela. La presidenta de la Junta asimiló hace tiempo que sólo recuperar el perfil de la causa social y progresista le puede garantizar el éxito cuando toque acercarse de nuevo a las urnas. Y de eso ha dejado síntomas en el acelerón que le ha dado a su agenda y a su gestión: intento frustrado de fichaje de Diego Valderas, anuncio efectista de gratuidad en las matrículas universitarias y aluvión de medidas con guiños al ciudadano medio en el debate de la pasada semana. Quedaba inmortalizar la estampa que tan buenos resultados le dio siempre a Chaves y Griñán: el de la luna de miel con los sindicatos y la patronal remando todos a una por Andalucía. El álbum de San Telmo ya la tiene porque todos marcaron el mismo paso por sus frondosos jardines.
Díaz tiene una nueva hoja de ruta para estos dos años en la que el empleo y la recuperación de derechos escalan hasta máximos en la lista de prioridades. El mensaje que se oirá ahora hasta la saciedad es que ha llegado el momento de que la recuperación económica se note, por fin, en el bolsillo y el bienestar diario de los andaluces. El azote de la crisis fue cruel para millones de ellos y el mensaje cala. Levantar esa bandera le permitirá de paso neutralizar a Podemos e IU, vanguardia de la lucha trabajadora.
Con nuevo Gobierno ya bajo el brazo la ocasión era este martes propicia. Las cúpulas de la patronal CEA y de los sindicatos UGT y CCOO estaban convocadas en la sede de la Presidencia para inaugurar la Mesa por la Calidad del Empleo, anunciada el pasado miércoles por la presidenta y reunida en tiempo récord. Es sólo una de las cuatro que sustentarán a partir de ahora el nuevo diálogo social. La etapa que arranca ahora se tradujo ayer en catarata de buenos augurios. Junta, empresarios y sindicatos hablaron de remar juntos y el argumentario se vio inundado de buenas intenciones: “estabilidad”, “promoción de los empleados”, “sueldos dignos”, “recuperación de derechos”, “impulso”. “Hemos arrancado con fuerza y este Gobierno no va a parar en estos dos años intensos”, resumió el vicepresidente Jiménez Barrios.
Y por fin... la formación
En esa reunión había nuevo rostro, el del recién fichado consejero de Empleo, Javier Carnero, llamado a ser el interlocutor ideal de la Junta con los agentes sociales en esta nueva era. Su estreno ante los medios tras esa cita reservaba sorpresa: aportó el dato que el Gobierno de Díaz silenciaba, el de cuándo se reactivarían de una vez los cursos de formación profesional para el empleo paralizados en 2012 cuando estalló el escándalo de las supuestas irregularidades.
La convocatoria se abrió hace ya meses y quedaba por poner sólo fecha. Tras resolverse todo los trámites, habrá cursos por fin en septiembre. En todas las provincias, con 65 millones de inversión y abierto a todos los agentes sociales (sindicatos y patronal) y empresas privadas, salvo aquéllas que arrastren aún el estigma de las ilegalidades pasadas y hayan quedado excluidas. Según datos de la propia Consejería, más de 22.000 desempleados tendrán de nuevo a su alcance un instrumento eficaz envuelto en la polémica y paralizado durante 5 largos años. El pasado pesa y habrá controles y vigilancia para que las empresas cumplan. Díaz no quiere ni un error más.
El PP sólo intuye un “lavado de imagen”
Al PP-A no le convence el impulso que la Junta acaba de dar a su política social. Incluso antes de conocer los resultados de la reunión su vicesecretario general de Sectores Productivos, Pablo Venzal, criticaba ya que la Mesa por la Calidad del Empleo fuera “excluyente” y se redujese en el fondo a un estudiado “lavado de imagen” de Susana Díaz, a la que atribuyó un modelo laboral que es “pura literatura”.