Susana Díaz se presentó este miércoles en el Parlamento de Andalucía con una catarata de iniciativas bajo el brazo, 31 en total, pero antes de colocarse frente al atril era muy consciente de que por deslumbrante que fuera el catálogo de promesas con el que intenta insuflar ánimos al segundo tramo de la legislatura lo que le tocaba era soportar el chaparrón de críticas que estaba a punto de dedicarle la oposición. No sólo por la gestión acumulada en los dos últimos años, lo que se supone que se evaluaba en el debate semestral sobre el escenario político de la comunidad, sino porque sobre sus espaldas pesa aún la severa derrota que le infligió hace menos de 20 días Pedro Sánchez en aquella carrera eterna que habría distraído sus obligaciones en San Telmo. Y así se lo recordaron.
Antes de que se desatase la previsible batalla de trincheras Díaz detalló todo un ramillete de medidas. De todos los colores y para todos los gustos porque, aseguró, “queda margen de mejora” en su gestión. Hubo mano tendida al “entendimiento”, pero a continuación la oferta se difuminó porque arreciaron los reproches al “miope” Mariano Rajoy por sus “hachazos” en inversiones a Andalucía o lo “inaceptable” de negar un plan de empleo especial a la comunidad, además del olvido de la “trascendental” conexión de Algeciras con el Corredor Mediterráneo.
A partir de ahí, las promesas. Desde la ya anunciada casi gratuidad de las matrículas universitarias hasta incentivos industriales que ya se conocían o la intención de liderar un frente común a favor de una nueva financiación autonómica, mesas por el empleo digno y contra la discriminación de la mujer o iniciativas en favor de los menores víctimas de violencia de género. Habrá también impulso a las leyes que caminan aún a paso de tortuga, arreón a infraestructuras sanitarias y la petición al Gobierno central para que la Educación a los 3 años entre el catálogo de gratuidades. Hay también cabida para una renta mínima garantizada, contemplada en el Estatuto de Autonomía, y el fortalecimiento de plantillas educativas y sanitarias. O el anuncio de que habrá salto al exterior, como se ha hecho ya con el BEI, para captar capital a bajos intereses. Y así hasta completar 31.
Más de 5 horas de batalla
Pero la oposición no había sido convocada en el Hospital de las Cinco Llagas precisamente para aplaudir el salto hacia adelante de Díaz. Todo lo contrario. Llevaba la lección aprendida y el catálogo de reproches abarcaba desde la supuesta parálisis del Ejecutivo regional hasta la carga de profundidad del letargo institucional que dejó como herencia la ambición personal de intentar asaltar sin éxito Ferraz. Se lo recordó un combativo Antonio Maíllo, visiblemente molesto por la injerencia de Díaz en IU a cuenta de Diego Valderas. El coordinador general de la coalición sacó toda la artillería. Acusó a Díaz de tendencia a “las puñaladas, los derrocamientos, las peleas, el malmeter, ser la hooligan del cole”. A partir de ahí, le reclamó un cambio de Gobierno y de gestión y pinchó donde más duele a la presidenta: frente a ella, Chaves y Griñán sí que tenían “proyectos políticos”.
A Teresa Rodríguez el argumentario de Díaz le olió a “pescado congelado” y a “los restos del naufragio”, propio de quien “no ha vuelto a Andalucía sino que la han devuelto”. El último asalto era con el líder del PP. Moreno ve a la presidenta “derrotada” y aferrada “a la tabla de salvación” de la Junta, y al socialismo andaluz “finiquitado”. Le lanzó además un augurio: tendrá que recortar el Impuesto de Sucesiones.
“Moza”, Barrio Sésamo, otra vez Procusto... y Aguilar
Se agradece que a lo largo de más de cinco horas sus señorías hagan algún alarde de creatividad. Unos más que otros, porque no todos en la Cámara han sido tocados precisamente por la varita del ingenio. En esa parcela nadie le hace sombra a Antonio Maíllo, de largo el mejor orador que haya conocido el Parlamento andaluz en lustros. Fue él quien deslizó un “moza” que Díaz intuyó despectivo, como tampoco agradó a la presidenta la comparación con una empleada de El Corte Inglés por su propensión a la venta este miércoles de iniciativas al por mayor.
El coordinador general de IU, que tenía cuentas pendientes con la jefa del Ejecutivo desde la ya famosa llamada por la cuestión Valderas, tiró también de ironía cuando repelió los datos triunfales de empleo de Díaz recurriendo a los capítulos ochenteros de Barrio Sésamo. También llegó a dudar de que en la bancada socialista hubiera hoy quien pudiera acogerse a la gratuidad de las matrículas universitarias porque eso, sencillamente, requiere estudiar y aprobar. Al consejero De Arellano le recitó el
Gaudeamus Igitur y se ganó la etiqueta de “petulante” que le colgó Díaz. La presidenta también le dedicaría su réplica fetiche: Maíllo será “el último en apagar la luz de IU” cuando le engulla Podemos.
Teresa Rodríguez tiró de mitología para asemejar a Díaz a Procusto, aquel tétrico anfitrión que atraía huéspedes a su morada para luego seccionarles las extremidades que sobresaliesen de la cama. Muy gráfico y elocuente, aunque la metáfora sobre la voracidad con la que la líder socialista devoraría a quien pueda hacerle sombra ya la desgranó el secretario de Comunicación de Podemos en Andalucía, Pablo Pérez, el pasado lunes en rueda de prensa. ¿Descoordinación o querencia por el pasaje?
La tentación de Valderas planeó por la Cámara aunque su nombre no fue pronunciado por Díaz cuando confirmó que habrá comisionado de Memoria Democrática. Si finalmente lo es, el exvicepresidente tendría de jefa a Rosa Aguilar (si es que no cae antes en una supuesta remodelación del Gobierno). A ella la señaló también Maíllo durante un pasaje de su intervención. Replicaba a Díaz por el supuesto sorpasso que la confluencia intenta con el PSOE. El líder de IU miró a su antigua compañera de filas y le preguntó a la presidenta como puede hablar de “esa obsesión” si cuenta en sus filas con Rosa Aguilar, “que se acostó alcaldesa de IU y se levantó del PSOE”. La consejera negaba... Y renegaba...