Clasificaciones

Publicado: 22/05/2017
Encabezando el listado, nos encontramos a Malta, seguidas de Noruega y el Reino Unido. En la cola, Armenia, Rusia y Azerbaiyán.
Esta pasada semana la ILGA, la entidad que se encarga de velar por los derechos de las personas del colectivo LGTBI en Europa, ha publicado su informe anual en el que desvela la situación real de los países europeos en esta materia.

Según el dossier presentado, nuestro país desciende una vez más en este ranking y se sitúa en el puesto noveno, la clasificación más baja desde que en el 2010 la ILGA los hiciera públicos.

Encabezando el listado, nos encontramos a Malta, seguidas de Noruega y el Reino Unido. En la cola, Armenia, Rusia y Azerbaiyán.

Figurar en el noveno puesto de los países más respetuosos con los derechos de las lesbianas, gais, transexuales, bisexuales e intersexuales en Europa, no es lugar para sentirnos orgullosos. Hemos recorrido distintos puestos desde 2010 y éste de 2017 es en el que más bajo nos ha situado, mientras que en el 2011 subimos hasta la segunda plaza.

En junio de 2005 conseguimos que el Congreso de los Diputados modificara el Código Civil para permitir que los homosexuales pudieran casarse en igualdad de condiciones. Un logro histórico en los derechos civiles por el que España se convirtió en el cuarto país en el mundo, tras Holanda, Bélgica y Canadá, que lo alcanzaba.

El parón que desde hace unos años sufren algunas proposiciones de leyes, como la llamada Ley de Igualdad, el ignorar las tropelías que muchas personas viven en lo cotidiano o el archivo de denuncias de violencia por homofobia, están creando un enrarecido hábitat que se suponía felizmente superado.

Han pasado 27 años desde que la Organización Mundial de la Salud, desclasificara a la homosexualidad como enfermedad mental, mucho se ha avanzado en el mundo occidental desde entonces. Mucho más queda por hacer. Sobre todo, consolidar lo alcanzado.

Es en lo cotidiano, en el día a día, donde con más pedagogía se puede trabajar; pero también donde más se arriesga. Barrios o zonas geográficas dentro de nuestras ciudades han acabado convirtiéndose en guetos por el ambiente hostil que se respira fuera de ellos. Estas fronteras se derribaron hace unos años, pero poco a poco se han vuelto a levantar. Las soluciones vendrán siempre de nuestro comportamiento habitual y diario. Un uso correcto del lenguaje, teniendo especialmente cuidado en lo que se dice y cómo se dice a nuestros hijos o normalizando ante ellos, acciones y situaciones que veamos, son sin duda, el mejor remedio para recuperar el espíritu de hace unos años y el puesto en la clasificación de la ILGA.  Como siempre, se trata de educación.

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