La mochila de la sorpresa

Publicado: 16/05/2017
Aprendamos a ceder y ser tolerantes. Disfrutemos de una energía que sea capaz de dejar atrás crisis y desmovilizaciones
Todos llevamos a lo largo de nuestras vidas nuestro equipaje a cuestas, es  como nuestra mochila en la que vamos metiendo y sacando cosas. Las llenamos de sueños y las despojamos de conflictos y aburrimientos  y entre sorpresa y sorpresa vamos haciendo el camino.

En todas las historias hay cabos sueltos que nos empeñamos en descubrir, lejos de  discusiones y conflictos  castrantes, que en todo momento intentan dirigir nuestra conducta, descartando oportunidades que podrían enseñarnos mucho de lo que ignoramos.

A veces los acontecimientos se suceden con una exasperante lentitud, como si el tiempo no pasara y parece que no sucede nada aunque realmente ocurre. Entre lo real y lo ficticio, lo serio y lo esperpéntico, las necesidades y las soluciones intentamos descubrir dónde está el atasco y normalmente lo situamos en el lugar donde está la fórmula mágica para resolver los problemas.

Muchas veces debemos seguir nuestra intuición si realmente queremos acertar y aunque nos apasionemos vemos las cosas con mayor claridad y nos sirve  para abrir los ojos a la realidad. Debemos saber poner fin a la aventura que hemos sido capaces de empezar, entre lo caótico, lo salvaje y lo convulsivo.

La vida nos ofrece mucho aunque en ocasiones no queramos verlo. Entre riesgos y resultados improbables, provocadores y extravagantes necesitamos descargar tensiones, ser capaces de colocar y ordenar los papeles que esperaban ser ordenados.

Ante peticiones inadecuadas, debemos pensar en nuestras necesidades y saber decir que NO .No dejarnos arrastrar por la pereza y no dejar pasar las jornadas sin hacer nada, y aprender que cuando toca relajarse y divertirse no debemos entrar en ninguna discusión seria.

Tampoco debemos dejar que se apodere de nosotros la indolencia, y entre lo divertido y lo tedioso, el paraíso y la hecatombe, no dejarnos llevar de la ira y aprender de lo sencillo y de lo ingenuo, dejando entrar aire fresco cada día en el marco de nuestras actuaciones.

Aprendamos a ceder y ser tolerantes. Disfrutemos de una energía que sea capaz de dejar atrás crisis y desmovilizaciones, y tengamos la lucidez y  la valentía para solar lastres, para abandonar dogmatismos y ser no solo los testigos sino los protagonistas de un nuevo modelo de sociedad.

Estamos en un mundo en el que nos encontramos ante la posibilidad de cambios enormes, en la que las nuevas tecnologías, los ordenadores, las redes sociales, la robótica, entre otras, están desplazando poco a poco a los trabajadores y o no nos damos cuenta o somos cómplices.

Ya no existen ni Estados ni Sociedades tal y como las habíamos concebido, porque nuestra mochila además de ser acumulativa es interactiva. Todo lo que nos ofrecen en nuestro tiempo no es para dentro de un rato ni un reportaje del ayer, es una crónica  en directo y en tiempo real.

Y podemos ver cómo nace y como muere cualquier ser humano en cualquier lugar del mundo, lo que inevitablemente da lugar  a ciertos fenómenos de intromisión. Esto no es algo desconocido por los grupos sociales y políticos que tienen como objetivo asaltar el poder.

Ante este panorama, hay una gran crisis de liderazgo a nivel mundial y los ciudadanos de a pie no encontramos que es lo que debemos hacer para no quedarnos estancados y desorientados.  Estamos especialmente obligados a encontrar vías de salida que apuesten por el Estado Social a nivel nacional, europeo e internacional, sino lo hacemos todo se irá al carajo y la desigualdad será cada vez mayor.
                        

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