Ríos de tinta y cataratas de imágenes inundan desde hace meses los medios de comunicación, unos informándonos con objetividad del curso de los acontecimientos, otros, los menos intentando suavizar la tormenta y justificar lo injustificable, para presentarnos un paraíso de buenas intenciones.
No voy en esta reflexión a opinar sobre lo evidente y lo oculto de los casos Bárcenas, Camps y otros, ni tampoco adoptar el papel que le corresponde a los tribunales de Justicia, pero lo que sí quiero, si ustedes queridos lectores de El Faro Información me lo permiten, es hacer una valoración política de la tela de araña en la que está envuelto don Mariano y su equipo.
Negar la realidad no es una buena estrategia, porque más temprano que tarde sino se coge el toro por los cuernos, este acaba dándonos una cornada, por mucho que la dirección de los populares quieran cerrar filas, sobre lo que cuando menos es un gravísimo error político.
Por ello, no es comprensible la parálisis de quienes desde la calle Génova, se empeñan en enrocarse o en promover la intoxicación y el desprestigio de la política, manteniendo situaciones que deberían haber sido resueltas en el mismo momento en el que surgieron.
Ante este callejón sin salida, en el que hasta al menos avispado, le huele mal y se viene constatando que los implicados han mentido, el único que parece no querer enterarse es el señor Rajoy, que en lugar de exigir preventivamente la dimisión del tesorero de los populares y el presidente de la Comunidad Valenciana así como al resto de los implicados, prefiere mirar para otro lado y no mover ficha.
Mientras, como es habitual en la plana mayor de la derecha española, se dedican a culpar al gobierno, la prensa que informa y no deforma, la judicatura y todo el que ose a poner en cuestión, a quienes están más quemados que la pipa de un apache en la reserva india, y en ese resistir a toda costa por mantenerse en el poder, hacen un flaco favor no sólo a su partido, sino al sistema democrático.
Podemos entender aunque no lo compartamos, que usted, don Mariano, no quiera condenar a los señores Bárcenas y Camps antes que lo hagan los tribunales, pero que por una actitud más timorata y miedosa que prudente, no les exija responsabilidades políticas, eso no hay quien lo comprenda.
El lamentable espectáculo al que estamos asistiendo, entre el enredo y el vodevil, ha tenido hasta sus momentos de bromas y chistes como el de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá que en el colmo de la defensa de su amigo Paco, pide que se le incoen diligencias a ella misma, por recibir ramos de flores o a Zapatero, por las anchoas que le regala el presidente de Cantabria, Revilla, cada vez que visita la Moncloa.
En este escenario del cinismo, la frivolidad y el disparate, cualquier persona sensata se preguntará ¿si al final los presuntos inocentes, resultan ser culpables, cesarán en sus actuales responsabilidades? ¿Dimitirá el señor Rajoy y toda la cúpula del PP al haber defendido a capa y espada la honradez de Bárcenas y Camps?
La otra cuestión que se pregunta la gente de la calle es, ¿por qué ante el auto del Tribunal Supremo de Justicia de la Comunidad Valenciana que ratifica los indicios del señor Camps en un supuesto delito de cohecho, afirma que ésta es una cuestión extraña , absurda y estrafalaria? ¿Por qué si es así no ha hablado usted claro desde el principio y nos tiene embargados en esta confusión y desazón?
Con este panorama, quienes deben estar dispuestos a hacer una novena, sean o no creyentes, son los miembros de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE, para que los señores Camps y Rajoy continúen, y no se les ocurra irse. Será sin duda el mejor camino, para un futuro éxito electoral.
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