Pregunta. Deoleo atraviesa una importante crisis desde hace un par de años, ¿qué perspectivas tiene esta empresa y qué es lo que le está ocurriendo?
Respuesta. El sector del aceite de oliva es una cadena de transferencias desde el olivicultor hasta el lineal del supermercado. El aceite estuvo hace dos años a 1,8 euros por kilo en origen. A ese precio, el aceite no era rentable en origen pues cuesta 2,2 euros de media producirlo en todo el mundo. El origen lo pasó mal. Cuando las tensiones de precios se sitúan en los lineales, en los supermercados, ocurre todo lo contrario, las envasadoras lo pasan mal. Deoleo casi no produce aceite de oliva, se tiene que abastecer de otras compañías. Ellos solo tienen marcas y no tienen garantizada ninguna producción a largo plazo. El impacto que está teniendo la subida de precios en origen y su traslación al supermercado la están asumiendo ellos, Esto está agravándole la situación. Y lo que está es tratando de descapitalizarse. Cuando tienes una compañía que pierde tanto dinero hay dos maneras de conseguir otra vez resultados positivos: vía negocio, o vía venta de activos. Tiene un plan de viabilidad que aplicarlo en esta época es mucho más dificultoso. Yo no vislumbro satisfacciones en Deoleo a futuro. Creo además que la estrategia que se ha seguido no es la más adecuada, tienen marcas emblemáticas, deben de ir a una estrategia de diferenciación positiva y no de liderazgo en costes. Tendrían que cambiar de estrategia y pasar los dos próximos años con este nivel de precios de la mejor manera posible.
P. Son uno de los principales compradores de aceite del mundo. ¿Cuánta preocupación deben tener los productores, muchos andaluces, que le surten?
R. Ahora mismo el abanico de envasadoras es especialmente amplio, aunque la mayor parte cae en cinco o seis como Sovena, Migasa, Acesur-Coosur y alguno más. Eso está garantizado para el productor. Ahora, evidentemente no es nada positivo que en un sector económico haya compañías que lo pasen mal. Deoleo llegó a tener una cuota de mercado mundial del 25% de aceite de oliva, no sólo de virgen extra. De manera gradual se está deteriorando y es de los envasadores más importantes, pero sin un buen comportamiento económico.
P. Que Deoleo esté controlada desde hace unos años por un fondo de capital riesgo británico, en lugar de haberse integrado con Dcoop (la antigua Hojiblanca) como se intentó, ¿tiene influencia en lo que ha ocurrido?
R. La pirámide de poder en las multinacionales depende del conocimiento que se tenga del mercado. Para este grupo de capital riesgo, la actividad del aceite de oliva la desconoce y no es adecuada para ellos. La elaboración de aceite de oliva es un sector muy peculiar. No hay ninguna multinacional metida en este sector, y las que ha habido se han ido. Por ejemplo, Unilever vendió La Masía a Migasa. Es un sector con vecerías, con oscilaciones de precios por el efecto de la oferta y la demanda. Por tanto, lo primero es que los propietarios de Deoleo no están especializados en este sector. Y, lo segundo, desde mi punto de vista el grupo directivo que ha habido tampoco estaban especializados. El antiguo director general, Manuel Arroyo, al que conozco personalmente, está supercapacitado pero procede del sector de zumos y bebidas carbonatadas. Y este sector no tiene nada, nada que ver con el del aceite de oliva. Por tanto, lo primero que hay que hacer es reorientar el equipo directivo si pretenden quedarse en el sector.
P. Se han creado, o reforzado en las últimas décadas, algunos grandes grupos como Migasa, Dcoop o Acesur. Luego hay una gran clase media de empresas aceiteras. ¿Crees que habrá más concentración en el sector a 3-5 años vista?
R. Dentro del sector hay distintas áreas de influencia. La concentración ayuda a ser más competitivo. El modelo de negocio de estas compañías es completamente distinto, y una integración entre ellos sería complicado. Cuanto más homogéneo se sea, más sencilla la integración. Por ejemplo, Migasa es una compañía bastante solvente y enfocada de manera granelista. Acesur es más customizer, clienteliza los productos. Y Dcoop está integrando muchas actividades, está cogiendo tamaño y poder y está adquiriendo escala. Una integración Dcoop-Deoleo sería perfecta si ocurriera, con el origen y toda su producción, y cinco o seis marcas de elevado reconocimiento internacional que podrían poner el aceite en origen en todos los supermercados del mundo. El grupo de Oleoestepa tiene por otro lado una orientación más cualitativa. Las distintas figuras pueden convivir todas de forma aislada, y también se podrían integrar. Pero creo que no va a haber muchas más integraciones porque son grupos que pueden vivir de forma independiente y satisfactoria.
P. ¿No hace falta un gran campeón nacional del aceite, una Abengoa del aceite?
R. El volumen hace que puedas liderar mejor las negociaciones. Pero tampoco te garantiza unos mejores precios. Lo que sí te garantiza son mejores costes. Un ejemplo real: las mayores cooperativas holandesas, por ejemplo, no tienen los mejores precios para sus productores. La integración es una estrategia para liderar en costes. Pero la comercialización, desde mi punto de vista, tiene bastantes menos carencias que otros eslabones en la cadena del aceite de oliva.
P. Hace un mes publicaste un estudio sobre la situación del olivar a escala internacional. Creo que has visitado casi todos los países que producen aceite de oliva. En él se pone de manifiesto las fortalezas y debilidades de España respecto al resto de países productores. ¿Qué conclusiones clave se pueden extraer?
R. El análisis procede de datos de quince años atrás, y lo que ha ocurrido en el sector que se ha crecido un 15% en superficie. Se han plantado cada año 154.000 hectáreas de olivar. Esto supone la superficie olivarera de Libia, séptimo productor mundial de aceite de oliva. O a la mitad de la de Portugal, que es uno de los principales productores del mundo. La evolución del sector es trepidante, y en quince años han aparecido once nuevos países productores de aceite. Y no paran de aparecer. Y ya se consume en 174 países. Gracias a la diversidad geográfica del olivo se puede producir todos los días aceite en algún lugar del mundo. Pero la mayoría de olivares que se están plantando son intensivos.
P. ¿Qué significa esto?
P. Los olivares que vemos en Andalucía son olivos con dos o tres pies, y caben unos 100 por hectárea. En un superintensivo caben entre 1.800 y 2.000 olivos uno al lado del otro y con un solo pie. Como si fuese un seto, se conoce como olivar en seto. Y se recoge de manera automatizada con máquinas cabalgantes. Recogen hasta 100.000 kilos por día. En Australia, por ejemplo, se recogen diariamente con varias máquinas hasta 1,2 millones de kilos de aceituna a diario. Hay fincas en el mundo con 22.000 hectáreas de olivar. Una finca andaluza tiene una media de tamaño de 4 hectáreas. ¿Cómo competir con una finca de 22.000? El liderazgo en costes es prácticamente imposible. En estos últimos quince años hemos conseguido en Andalucía tener los mejores aceites del mundo, según todas las guías y listados. Tenemos la mejor tecnología, y el mejor conocimiento internacional del olivo. En China, Nueva Zelanda o América el olivo lo hemos llevado y desarrollado los españoles. La única y gran carencia del olivar español es que tenemos olivares muy productivos, los más del mundo, pero no son competitivos. Lo que cuesta recoger la aceituna es mucho más que en un olivar intensivo o superintensivo. En un entorno de precios de 2,2 euros, más del 80% del olivar español no es rentable. Tenemos un problema de competitividad. Cada año se plantan 150.000 hectáreas, y cada año se transforman 100.000 hectáreas casi todas a superintensivo. Es decir, que cada vez somos menos competitivos. Es un problema muy grave.
P. ¿Por qué no vamos a intensivo o superintensivo en Andalucía?
R. Hay varias alternativas para sacar nuestros olivares adelante. Primero, la intensificiación. Pero con fincas de 4 o 5 hectáreas, pues con ese tamaño no se pueden intensificar. Qué menos que diez hectáreas. Para eso se pueden integrar parcelas, como está ocurriendo en China, para intensificarlo. Primero, por tanto, debemos de transformar a intensivo o superintensivo. Si no se puede, nos integramos para ser más competitivos ya que así reducimos costes al ganar tamaño.
P. Un olivar intensivo necesita mucha menos mano de obra. Y los olivares andaluces generan mucha y fijan población en el territorio…
R. Efectivamente ese sería otro problema. Solventaríamos el problema de competitividad, pero reduciríamos la población de núcleos rurales. Es un cultivo social en Andalucía y España. Hay zonas de Jaén, Córdoba o Sevilla que viven del olivar. Si se transforma a intensivo, una hectárea normal necesita 5 personas al año, y cien de superintensivo, necesitan a 2 porque todo está mecanizado. Pero hay una tercera solución para mantener los núcleos rurales: los olivares de montaña no pueden intensificarse por la orografía, pero sí pueden diferenciarse, singularizarse. Busca que ciertos aceites sean exclusivos. Por ejemplo, en Granada, en la Alhambra, hay 52 hectáreas de olivar y hay un aceite específico que se llama Dehesa del Generalife. Hay personas dispuestos a pagar un euro más por ese aceite. Hay que innovar y singularizar: aceite para embarazadas, para bebés, para deportistas… Otro productor recientemente me decía que produce aceite del olivar donde Boabdil lloró al dejar Granada… Otro ejemplo de singularización.
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