Holland ve paralelismos entre Donald Trump y el emperador romano Nerón

Tom Holland ha dicho que ya en "Rubicón" vio paralelismos con la era de George Bush, la invasión de Iraq y el 11-S

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  • Tom Holland. -

El historiador británico Tom Holland, especialista en la antigua Roma, autor de "Rubicón" y que acaba de publicar la continuación, "Dinastía", considera que hay paralelismos entre el inicio del Imperio Romano y la época actual, y ve a Donald Trump como una suerte de Nerón.

En una entrevista concedida a Efe, Tom Holland ha dicho que ya en "Rubicón" vio paralelismos con la era de George Bush, la invasión de Iraq y el 11-S; y ahora con "Dinastía" (Ático de los Libros) se ha dado cuenta de que "el auge de los populismos ya estaba en el reinado de Augusto, que utiliza el populismo para alzarse por encima de las élites senatoriales y, como entonces, los ideales republicanos de la democracia están amenazados".

Constatar que los hechos de hace 2000 años narrados en su ensayo apelan a la realidad actual no es más que "la demostración palpable de que la historia de Roma sigue siendo un pasado todavía vivo".

Sin embargo, esa herencia romana no es homogénea, precisa Holland, pues "en Europa, el fascismo se apropió de la simbología romana, y ha hecho que miremos a Roma con más prevención que en Estados Unidos, donde, sin la carga negativa de nazis y fascistas italianos, recurren a las águilas, como sucede en el discurso de aceptación de la presidencia".

Preguntado sobre qué hace que Roma siga siendo tan atractiva para el lector actual, Holland responde que "lo que nos atrae y nos separa de Roma es bastante parecido a nuestra relación con el género de la ciencia ficción, las similitudes y las diferencias, pero sin duda una de las cosas que más nos atrae es la cultura del espectáculo, que resulta común a nuestros días".

En común, añade, tenemos "grandes estadios llenos de masas vociferantes, de espectáculos de violencia, una glorificación del héroe, el color púrpura, los dorados, que hoy todavía significan la victoria".

Al contrario de la dinámica actual de derecha-izquierda, en la Roma del inicio del imperio la división, aclara el autor, era entre "optimates, la élite aristocrática que favorecía el poder del Senado; y los populares, conectados directamente con el pueblo, hasta el punto de compartir sus vestimentas, sus fiestas y su estilo de vida".

En "Dinastía", Holland se ocupa de la dinastía Julia Claudia y sus cinco emperadores: Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, algunos de ellos glorificados para bien o para mal por la cultura popular del siglo XX, especialmente la televisión y el cine.

Augusto es "el gran genio político de su tiempo, que pudo ser el primer emperador, aprovechando que era heredero y sobrino de Julio César, lo que le proporcionó el dinero suficiente para erradicar de forma sistemática a todos sus enemigos y proclamar la paz".

Su gran habilidad fue "mostrar respeto al Senado y mantener la ficción de que el Senado era el que mandaba, pero al mismo tiempo supo conectar con el pueblo ofreciéndole pan y circo o un servicio de bomberos", comenta Holland, para quien "Augusto era como un jefe mafioso que acababa con sus enemigos y luego ofrecía protección a cambio de paz".

Su hijastro, Tiberio, formaba parte de los optimates, pero al tiempo albergaba los valores de los populares. Fue un general brillante que salvó a Roma en dos ocasiones, pero su caída en desgracia comenzó cuando decidió recluirse en la isla de Capri.

"En las provincias del Imperio se le veía como un sabio, pero Roma no soportaba la figura de un hombre público que quería privacidad y fue así como surgió la leyenda negra de Tiberio de que se recluyó para desatar sus depravaciones sexuales", señala Holland.

El tercer emperador, Calígula, nacido en Capri, disfrutaba humillando a las élites senatoriales, a los optimates, lo que le valió el favor del pueblo; sin embargo, "su gran error fue enfrentarse a su guardia pretoriana".

Esa guardia pretoriana es la que aupó a Claudio, "alguien que no había sido educado para ser emperador, pero que pudo ser entronizado a través de su matrimonio primero con Mesalina y después con Agripina, su sobrina.

Concluye su ensayo Holland con Nerón, otro emperador que favoreció a la clase popular y que para ello llegó al extremo de "humillar a la clase senatorial, por ejemplo, montando espectáculos como un burdel masivo al que fueron obligadas a participar las esposas e hijas de los senadores".

"La popularidad de Nerón -añade Holland- sería comparable a la de un Trump ganando un Oscar, corriendo en la Fórmula 1 y participando en el festival de teatro de Glastonbury, y su exposición pública sería similar a la del presidente de EEUU en las redes sociales".

Mientras escribía "Dinastía", Holland pensaba "'qué más va a hacer ahora Nerón', y en eso también hay paralelismos con la actualidad cuando nos preguntamos qué habrá escrito hoy Trump en twitter o qué ocurrencia habrá tenido".

Holland trabaja ya en la continuación de esta saga histórica, "Pax" que, según avanza, "se ocupará del período que va entre las destrucciones de Jerusalén en época del emperador Tito y en la de Adriano, el emperador de origen hispano".

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