Lectores de ocasión

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Pues algo de bueno ha traído el caso Astapa. La cantidad de gente que en los últimos años lo más que había leído era el prospecto de la Viagra, se han convertido de la noche a la mañana en intelectuales de primer orden. Algunos, de tanto leer, han terminado por enterarse de que lo que ellos creían que era un moderno envase de Vicks-Vaporub, en la jerga nocturna se denomina "pollito". Poco o nada más habrán sacado de la lectura de los tomos levantados del sumario. Eso y la constatación de lo que les avanzaba la pasada semana. Una gran cantidad de golfos aprovechándose de la ceguera del multiego, que dijera su mejor amigo, y una denuncia que cuanto más se avanza más lamentable resulta. Sin que esto signifique que no fuera necesario intervenir para acabar con la situación.

Dicho esto y sin entrar en más detalles, por aburrimiento, me permitirán que me ocupe de otros menesteres. La próxima feria, por ejemplo. Voy a dejar, como siempre, clara mi posición al respecto. Hace varios años que vengo diciendo que de seguir en esta tónica la feria debiera sacarse del centro de la ciudad. Por una razón evidente: evitar a nuestros vecinos del centro tener que vivir entre basura, chun-chun del peor, música estridente y ajena a las tradiciones, vasos rotos, vómitos y todos los atractivos que ustedes igual que yo hemos visto los últimos años. Vaya por delante que yo soy un enamorado de la feria de día más que de la de noche. Aquella feria que hace doce años conocí a mi llegada a Estepona. Calles engalanadas, caballos y carruajes adornados a la andaluza y un sin fin de vecinos vestidos a la usanza de nuestra tierra disfrutando con educación y buen rollo de su feria mayor. Eso, hace años que desapareció salvo honrosos intentos individuales. Por eso, para tratar de recuperarlo, se hacía necesario acabar con ello y llevarlo al recinto ferial. Si hubiéramos tenido recinto ferial.
Porque lo que tenemos hace ya demasiados años es una instalación precaria y sin futuro. Es imprescindible para nuestro pueblo la construcción de un recinto ferial permanente. De esta forma, los hosteleros del centro que pagan sus impuestos los doce meses del año, podrían trasladarse en estas fechas al mismo y optar a hacer su negocio en las mismas condiciones que quienes hoy se llevan la palma con no sabemos que extraño criterio. Supongo que hasta los beneficiados - veremos si lo son al fin- coincidirán conmigo en que en casos como éste, o todos o ninguno. ¿Que criterio ha podido seguir quien ha decidido, sin consultar a los interesados, que la feria debía eliminarse del centro, pero sólo de una parte del centro? Que a partir de una línea, trazada por no se sabe quién ni con que criterio, la feria si existe en el centro de la ciudad. Ojalá me equivoque, por el bien de los beneficiados, pero estoy por asegurar conociendo esta ciudad que este es el principio del fin de la feria de día tal y como la conocíamos hasta hoy.
El problema es la falta de alternativa. Una buena feria de día es imprescindible si queremos hacer de esta semana una atracción turística. Lo otro, lo de este año, es un quiero y no puedo discriminatorio con quienes pagan sus impuestos todo el año. Ya es tarde para rectificar pero hay que tener claro que este debe ser un año de tránsito para olvidar. Y lo digo a cinco días del inicio de la feria para que nadie me acuse de jugar con ventaja.
A estas horas, cinco de la tarde del viernes, el canal 8 de mi televisor analógico muestra unas imágenes de Estepona. A la derecha, en la esquina, se divisan difuminadas unas líneas curvas que forman un conocido logotipo. El de la libertad, largos meses añorada .Algunos, de la emoción, han empezado a tener orgasmos virtuales. No saben que nada volverá a ser igual. Que cualquier tiempo pasado fue peor. Y más barato.

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