La Junta de Andalucía tiene desde este miércoles deberes emanados del Parlamento para intentar solucionar la crisis que le explotó hace meses en el sector sanitario. Los cinco grupos contrastaron sus visiones del escenario en el que se mueven profesionales y usuarios, a ratos irreconciliable y en las votaciones con resultado dispar. Era el esperado Pleno monográfico en el que al consejero Aquilino Alonso le tocó jugar el peor papel: el de defender una gestión vapuleada desde la oposición y la ciudadanía.
Tras el debate se votaban resoluciones, lo que implica que al Gobierno de Susana Díaz le toca acatar por imperativo las que contaron con el respaldo mayoritario de la Cámara. Ahí, por ejemplo, el Ejecutivo tendrá que fomentar un “gran pacto social” con partidos y colectivos, lo que no le resultará complicado porque el PSOE votó a favor y sólo tuvo la oposición del PP.
Del laberinto de 175 iniciativas, a razón de 35 por partido, la Junta tendrá por ejemplo que acatar la muerte definitiva de las fusiones hospitalarias que ya comenzó a desmantelar por iniciativa propia ante las presiones. El PP logra por ejemplo victorias al forzar que se cubran todas las bajas en los centros sanitarios, incluso en vacaciones, y una inversión de 200 millones en infraestructuras, coincidiendo con C’s. IU también sacó adelante 30 de sus 35 propuestas, centradas en refuerzo de personal, revisar los conciertos sanitarios o revisar “de forma rigurosa” todo el sistema. Podemos coló cinco de sus iniciativas con voto contrario del PSOE. Los socialistas y Ciudadanos, prestándose sus votos, sacaron adelante casi todas.
Mil ataques cruzados
El debate previo a las resoluciones arrojó poca luz sobre las explicaciones que ya dio el consejero hace 15 días. Alonso sacó a relucir las virtudes del sistema sanitario andaluz, alabó las medidas correctoras que impulsa su departamento y dirigió su artillería contra el PP, al que culpó de ser el causante de buena parte del deterioro por las medidas restrictivas y “asfixiantes” que aprobó Rajoy en 2012 cuando arreció la crisis.
La oposición no le dejó pasar ni una. Los cuatro grupos le afearon que ante el atril desplegara un “publirreportaje” de su gestión en lugar de asumir errores, como le atribuyó IU. Juan Antonio Gil (Podemos) le reprochó que no tomara medidas hasta que la presión de la calle obligó al Ejecutivo a reaccionar y Ciudadanos insistió en “blindar” el sistema, recordando que el pacto de investidura de Díaz contemplaba un incremento superior al 10% en la partida sanitaria. Era previsible que el ataque más virulento llegara desde el PP. Su portavoz parlamentaria, Carmen Crespo, pidió a Alonso que recapacite ante su “soledad”, síntoma a su juicio de que la gestión socialista “hace aguas”. A Mario Jiménez, portavoz socialista, le tocaba el turno de defensa en solitario del Gobierno. Para ello cargó contra el PP por “acosar” al sistema público y a Podemos e IU por ejercer como “cómplices”.
Díaz, aludida pero ausente...
En el turno de réplica el consejero abrió la mano y ofreció el pacto sanitario que ya habían sugerido los partidos de la oposición. El presidente del PP, Juanma Moreno, elevaría un escalón el envite contra el consejero al ser él, y no Carmen Crespo, quien subiera al atril en el segundo turno de palabra de su grupo. “Me veo obligado a intervenir”, anunció. En su intervención aclaró que el PP apuesta por un sistema “público, gratuito y de calidad” y auguró que los andaluces podrán comprobarlo cuando su “Gobierno” irrumpa en el Parlamento. Mario Jiménez, cáustico, le replicó que si hay que esperar hasta entonces igual la sanidad “se caería”.
El sillón de Susana Díaz permaneció vacío durante el debate. La ausencia de la presidenta, contra la que clamó la oposición por no estar presente pese a la trascendencia del asunto, no la libró de las críticas. Salvo el PSOE, todos los partidos la señalaron como responsable del conflicto sanitario y la “nefasta gestión”. Juan Antonio Gil, (Podemos) llegó a augurar que “en Ferraz se oirán sus consecuencias...”.