Susana Díaz pisará la próxima semana Bruselas con una “apretada agenda” bajo el brazo que le obligará a entrevistarse en una jornada maratoniana con cuatro altos cargos de la cúpula de la UE (incluidos dos comisarios y el presidente del Parlamento Europeo, Martin Shultz) además de con los primeros espadas del Grupo Socialista en la Eurocámara. La visita, sobre la que existían rumores pero no fue confirmada hasta el martes tras el Consejo de Gobierno, se ha ganado la crítica de buena parte de la oposición por que ésta intuye como trasfondo una nueva operación de maquillaje político para insuflar ánimos a la campaña de la presidenta andaluza por alcanzar en 2017 la Secretaría General del PSOE. La versión oficial es que volará hasta la capital belga para reclamar un viraje en la estrategia económica de los 28.
Con uno u otro objetivo, la visita relámpago al corazón de la Europa comunitaria tienen en Díaz un único precedente. Corría enero de 2014 y la presidenta andaluza acumulaba a sus espaldas apenas cuatro meses al frente de San Telmo tras el adiós de Griñán. Era su primera gran presentación en sociedad y hasta los pasillos de Bruselas llegó con una nutrida carpeta de protestas y agravios, la mayoría de ellos en forma de reproches contra el Gobierno de Mariano Rajoy. De aquellas reivindicaciones y demandas hay pocos frutos dos años después.
Díaz sí consiguió entonces reunirse con la primera autoridad de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Durao Barroso. La próxima semana no podrá hacerse la foto con su sucesor, Jean-Claude Juncker, con el que la Junta intentó sin éxito cerrar un encuentro pero que se topó con las reticencias del luxemburgués a entrevistarse con líderes autonómicos o territoriales de los 28 para evitar entrar en conflicto con los gobiernos centrales. A Durao le planteó la presidenta andaluza hace dos años y medio la necesidad de que el puerto de Algeciras, un gigante en el tráfico mundial de contenedores, lograse “con urgencia” una conexión ferroviaria con el corredor atlántico y mediterráneo porque la región no podría “esperar a 2020”. El proyecto cuenta desde hace una larga década con las bendiciones de la UE porque aceleraría el transporte de mercancías desde el puerto gaditano hasta el corazón del continente, pero la necesaria conexión con Bobadilla (Málaga) sigue siendo hoy una quimera. La Junta se ha desgañitado exigiendo un acelerón al Ministerio de Fomento, pero aquella reivindicación en Bruselas hace casi tres años está en vía muerta.
PAC y planes de empleo
Tampoco se ha podido apuntar tanto alguno la presidenta en otra de las reclamaciones con las que desembarcó en 2014. De Sevilla partió con un proyecto para combatir el desempleo juvenil y arañar fondos, pero con inversión o sin ella a Andalucía aún le quedaba soportar hasta hoy las tasas más altas de desocupados en ese tramo de edad. Díaz tampoco ha podido arrancar al Gobierno central un plan de choque específico, ni siquiera cuando sugirió que se emplearan en ello los fondos de formación congelados cuando la Junta decidió no convocarlos más tras los escándalos.
Otra protesta sonora que no fue atendida: la de la PAC. Se quejó entonces la presidenta ante las instancias comunitarias de que los fondos que de allí emanan hacia el campo andaluz menguaban en más de 400 millones por culpa del Gobierno central. Dos años después la queja es idéntica. Y también surgió una vieja conocida, la Lomce y los fondos comunitarios que se rumoreaba entonces que el Gobierno del PP desviaría para financiarla en parte. Pocos frutos para tantos kilómetros.
Tres visitas a Madrid y cita este jueves con Iceta
El escaparate de Bélgica parece ser para Díaz tan atractivo como el de Madrid. Quizás por eso pasó este miércoles de nuevo por la capital por tercera vez en una semana tras las dos entrevistas televisivas y un acto cultural de hace siete días. En esta ocasión era para asistir a la presentación de un libro sobre el presidente extremeño Guillermo Fernández Vara escrito por su propio hijo. La cita de este jueves es también clave: se reúne en Sevilla con Miquel Iceta, el líder del PSC díscolo que animó el no a Rajoy y uno de sus grandes escollos para hacerse con la Secretaría General del PSOE por su indisimulado apoyo a Pedro Sánchez.