Hasta que decida por fin desvelarlo, sólo Susana Díaz y sus más fieles asesores conocen el momento exacto en que se sumergirá de lleno en la carrera por la Secretaría General del PSOE. Queda tiempo a tenor de los plazos que con cuentagotas van aclarando la dirección regional y la gestora de Ferraz: un Comité Federal antes de que acabe el año que abrirá la puerta a un debate de ideas y, a partir de ahí, primarias y Congreso Ordinario, presumiblemente en primavera o incluso verano. Tiempo suficiente para que la presidenta trate de recomponer su imagen erosionada y cuestionada por los sectores que le reprochan el supuesto activismo en la caída de Pedro Sánchez.
Mientras tanto lo que se diseccionan son los síntomas quizás más palpables de que avanza hacia su gran objetivo. Esa estrategia la ha hecho, por ejemplo, pasear dos veces por Madrid en apenas media semana. El lunes para colocarse, por partida doble, bajo los focos de dos cadenas de televisión nacionales y amagar de nuevo con su candidatura pero sin asestar el golpe de anunciarla. Sí, si quieren sus compañeros, pero aún no. “Vísteme despacio que tengo prisa”, resumió. Este miércoles volvió a dejarse ver por la capital para asistir en el Cine Capitol, en el corazón de la Gran Vía, a la presentación de Omega, un documental que narra el proceso de fusión entre el flamenco y el rock en los 90. Otro AVE y más cámaras aguardando, y Díaz lo sabía.
La presidenta andaluza ha viajado hasta cinco veces a Madrid en el último mes y medio, aunque unas veces forzada por las circunstancias y otras con más alivio. En las dos primeras, a principios y finales de octubre, asistió a los Comités Federales que certificaron la defenestración pública de Pedro Sánchez y el posterior episodio de consensuar la abstención en la investidura de Rajoy. La quinta, sumadas las dos de esta semana, fue más relajada: los focos volvieron a centrarse en ella el 12 de Octubre en los actos de la Hispanidad, con la batalla librada en Ferraz caliente y el presidente del Gobierno aún en funciones. Hay quien dice que no han sido las únicas visitas a Madrid y que antes de la dimisión de Sánchez hubo viajes relámpagos de ida y vuelta para pulir cómo forzar su retirada.
El equipo de Díaz sabe que buena parte de sus opciones de tomar las riendas del partido pasan por depurar su imagen. Hace apenas 45 días se escuchaban frente a la sede del PSOE gritos de “dictadora”. El grupo que intentó cercar el Congreso el día de la investidura de Rajoy llegó a llamarle “fascista”, igual que a Felipe González. Hay un sector del PSOE andaluz que incluso se le rebela. Los viajes de lunes y miércoles, en las antípodas, han sido amables: entrevistas en franja matinal y cultura. Sin sobresaltos.
Ni agua al PP
El otro pilar que debe asentar Susana Díaz es el de elevar un muro que la aísle del PP. Sólo así intuye que puede sacudirse la acusación que le lanzan sin desánimo Podemos e IU de que la abstención del PSOE que ella animó es la que sustenta ahora al Rajoy de los recortes. Frente a eso elevó este miércoles el tono con un contundente “se acabó el absolutismo del PP”. Era la forma de celebrar la victoria de la alianza entre su formación, Podemos y C’s en el Congreso para derrumbar la Lomce. La consigna es clara: favorecer un Gobierno del PP fue la solución menos mala, pero ahora ni agua.
La hoja de ruta deja pistas: la devolución de las 35 horas a los funcionarios o la sonora protesta del martes por la dependencia escenifican que la confrontación con Madrid tiene cuerda y que el PSOE no será fagocitado por el PP ni por su propia debilidad.
Presupuesto "patas arriba"
Díaz cuenta con el inestimable apoyo de Ciudadanos, pero en el día a día se ve atrapada por el doble frente del PP, por un lado, y la relanzada confluencia que une a IU y Podemos. En el primero de ellos tiene a un Juanma Moreno que tira de ironía para criticar las líneas maestras del Presupuesto de 2017 que insiste en poder consensuar. “Cuando yo sea presidente, con 33.000 millones pongo patas arriba la comunidad”, asegura.