Esta semana se anunciaba en este mismo medio un incendio en el “fallido solar del parque arqueológico”. Un titular doloroso, en el sentido de que una de las grandes promesas culturales y turísticas hechas a esta denostada capital se ubicaba, justamente, en ese solar, conocido como “Parcela C”, en el barrio del Bulevar, sita entre las calles Miguel Castillejo, Cataluña y Manuel Caballero Venzalá.
Desde los años noventa (y antes) se han venido realizando excavaciones arqueológicas en toda ese área de Jaén que han dado a luz numerosos restos arqueológicos de interés. De hecho es una zona arqueológica protegida, y ello conllevó la integración y conservación de diferentes lugares para su supuesto futuro disfrute ciudadano. En concreto en la parcela incendiada mencionada, en la calle Miguel Castillejo, estaba prevista la ubicación de un Centro de Interpretación de Marroquies Bajos, anunciado a bombo y platillo.
Esa promesa de creación de un Centro de Interpretación de la Zona Arqueológica de Marroquíes Bajos en dicha parcela, valiosa en sí misma, arqueológicamente hablando, por ser el epicentro de la Macro-Aldea Calcolítica, llevaba aparejada la apertura de una serie de espacios dispersos pero no distantes, también de interés turístico-cultural, tales como los restos de la villae romana de Los Robles, los de la muralla calcolítica en el solar dónde ahora dicen que van a construir el Conservatorio Superior de Música, los restos del foso sito en el solar junto al CEIP Cándido Nogales o los restos que iban a ser integrados junto a la Ciudad de la Justicia... entre otros. En fin, nada se ha hecho. Una vez arrasado en gran medida el yacimento arqueológico más grande de Europa, estudiado, sí, pero arrasado también, se nos priva a los ciudadanos del disfrute de las partes conservadas, pues ninguno de los proyectos que integraban los restos arqueológicos se llevan a cabo y ni tan siquiera el Centro de Interpretación prometido en la calle Miguel Castillejo tiene fecha de comienzo. Uno llega a sospechar si la promesa de creación de aquel Parque Arqueológico de Marroquies Bajos no era sino la excusa para mantener callada a una ciudad que observaba, absorta, el paso de las máquinas excavadores sobre el yacimiento arqueológico más grande de Europa. Y una vez urbanizada la zona, pues lo de siempre, “donde dije digo, digo diego”. Es comprensible, por tanto, que en los medios de comunicación aparezcan adjetivos como el de “fallido”, al referirse a cualquiera de esos espacios. Y todo esto ha ocurrido, y ocurre, con una aparente connivencia entre diferentes administraciones públicas. No puedo entender de otra manera que en el nuevo PGOU de la ciudad de Jaén, la parcela destinada a Centro de Interpretación de Marroquíes Bajos no aparezca destinada a dicho equipamiento o, como mínimo, a un destino cultural. Ha sido clasificada como “dotacional alternativo”, es decir, que vale para cualquier cosa. ¿A qué resulta sospechoso?
