La población del águila imperial ibérica --'Aquila adalberti'-- en Andalucía ha alcanzado este año las 111 parejas nidificantes, lo que supone un incremento del 8,8 por ciento de la actividad reproductora de esta especie respecto a 2015 y casi el doble de la población existente hace diez años, cuando se censaron 53 parejas.
Así lo ha dado a conocer este sábado en una nota la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, que anualmente realiza trabajos de seguimiento según las cuales esta cifra se puede incrementar, ya que se han detectado ocho parejas más que al final no construyeron nido.
Los censos confirman también que esta especie, catalogada en peligro de extinción, ha crecido fundamentalmente en Sierra Morena, donde ha pasado de 88 parejas a 97, mientras que Cádiz y Doñana mantienen las mismas que en 2015 --cuatro y nueve--, respectivamente, y por primera vez aparece una en la Cordillera Bética.
Estos resultados confirman la tendencia positiva que muestra esta rapaz desde 1989 hasta ahora, con un 5,8 por ciento de incremento interanual, un hecho que se ha acelerado en el periodo 2002-2016 desde que se puso en marcha el Programa de Actuaciones para la Conservación del Águila Imperial y que propició la aprobación del Plan de Recuperación de la especie en Andalucía.
Este aumento no es sólo demográfico, sino también geográfico, tal y como lo demuestra el hecho de que este año se ha localizado una nueva pareja en la Cordillera Subbética de Jaén, en las estribaciones de Sierra Mágina, una zona en la que ha estado ausente al menos desde la segunda mitad del siglo XX.
Este nuevo territorio, según detalla la Consejería, confirma la expansión geográfica y poblacional de la especie en Andalucía y puede constituir el germen de un nuevo núcleo reproductor entre los núcleos de Sierra Morena y de Cádiz, alejando así el riesgo de extinción de esta ave necrófaga. En la actualidad esta rapaz muestra un área de ocupación de 6.700 kilómetros cuadrados en la región, estando presente en todos los núcleos de distribución histórica; es decir, Sierra Morena, Doñana, Cádiz y, ahora, las Béticas.
Estos datos vienen a confirmar que por segundo año consecutivo Andalucía supera el límite de las 100 parejas y de los 4.000 kilómetros cuadrados, considerados por la Directiva Aves como criterios para alcanzar un estado favorable de conservación. Según la Estrategia Nacional para la Conservación del Águila Imperial Ibérica, para lograr una población reproductora con tendencia creciente no fragmentada se debe alcanzar al menos en la Península Ibérica las 500 parejas, un objetivo establecido también en el Plan de Acción para la Unión Europea y basado en la aplicación de los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) para poblaciones pequeñas y de distribución restringida, como es el caso de esta especie endémica.
Como la población de Andalucía supone el 20 por ciento de la existente en la Península Ibérica, le corresponde llegar a un mínimo de 100 parejas reproductoras y mantenerlas durante un periodo de seis años como mínimo antes de considerar que adquiere un estado favorable de conservación.
Respecto a la reproducción a nivel regional, este año han nacido 120 pollos frente a los 133 de 2015, aunque por tercer año consecutivo se superan los 120. La excepción es Doñana, donde este año han volado 15 pollos de nueve parejas y cinco en Cádiz, donde a pesar de ser una población pequeña ha producido siete. Igualmente, los datos de cría son algo más bajos que los del año anterior por la influencia negativa de las constantes y fuertes lluvias registradas al final del periodo de incubación o nacimiento de los pollos, lo cual ha generado que solo la mitad de las parejas nidificasen con éxito.
No obstante, las actuaciones realizadas por la Junta de Andalucía, creando un equipo de seguimiento especializado, han permitido mantener la actual tendencia de crecimiento de la especie gracias a la colaboración con propietarios de fincas con presencia de águila imperial, la reducción de las causas de mortalidad no natural de la especie mediante el arreglo y modificación de tendidos eléctricos peligrosos, la lucha contra el uso ilegal de cebos envenenados o el rescate de huevos y pollos en riesgo de muerte, según valora la Consejería.