Somos, fuimos y, al fin, seremos

Publicado: 03/10/2016
Ser o no ser. 107-132. La suerte estaba echada. El voto en urna, alentado por los partidarios del secretario general, olía a pucherazo...
Ser o no ser. 107-132. La suerte estaba echada. El voto en urna, alentado por los partidarios del secretario general, olía a pucherazo. A la postre, se impuso el control de la disciplina grupal de las territoriales con la mano alzada. En julio de 2014, en aquel congreso extraordinario del dilema Eduardo Madina/Pedro Sánchez, Susana Díaz, con la anuencia de la dirigencia del PSOE de Jaén, decidió apostar por el más manejable, aunque –como cabía prever-, el elegido, enseguida, casi a las primeras de cambio, se sintiera legitimado para quedar liberado de todo compromiso/sumisión/vasallaje. Pedro Sánchez lo intentó, infructuosamente, rodeado en Ferraz por una Ejecutiva plagada de quintacolumnistas, como los andaluces Micaela Navarro y Antonio Pradas, puestos estratégicamente ahí en su día por la jefa de San Telmo, porque la operación de encumbramiento orgánico de Sánchez era una más de las chapuzas insufribles a que nos tienen acostumbrados los que manejan las riendas de nuestros principales partidos. Comoquiera que ella no se hallara todavía, por entonces, recién estrenado el cargo de presidenta de la Junta, en condiciones de dar el salto a Madrid, Pedro Sánchez aceptó de buen grado liderar, siquiera fuese accidentalmente, una operación concebida para truncar las aspiraciones del candidato que más hubiera roto con las ataduras del pasado. De Madina, conviene recordarlo, no quería saber nada la lideresa, convencida de que el vasco habría llegado para quedarse una larga temporada. Susana lo que primaba en Pedro Sánchez era su condición de interino, desprovisto de ambiciones sólidas, para que ocupase el cargo solo hasta que ella se consolidara en Andalucía yestuviera en condiciones de erigirse en alternativa real al hegemónico PP en unas elecciones generales.
Sánchez Pérez-Castejón, parecido razonable con el primer Rodríguez Zapatero, fue un engendro del aparato, una componenda circunstancial, un regente sin reino, un general sin ejército, un constante quiero y no puedo. El PSOE de Andalucía -y el de Jaén, a pie juntillas-, respaldó sus campañas haciendo alarde, a partes iguales, de obediencia fingida e hipocresía supina. Nadie desde dentro daba un euro por los resultados que obtendría el nuevo líder en las urnas, pero en la estética procedimental del establishment psoísta las apariencias siempre son una pantomima al uso. ¿Y ahora qué? La derrota de Sánchez, el pasado sábado, en el hamletiano comité federal de urgencia, fuerza su salida así como la constitución de una gestora que dirigirá el presidente asturiano, Javier Fernández. A partir de ahí, todas las miradas se centran en Susana Díaz, en su hoja de ruta para pegar el salto. Lo normal es que en la próxima intentona de Mariano Rajoy por conseguir la investidura en el Congreso, el PSOE se abstenga –por fin-, propiciando el Gobierno del PP que las viejas reglas europeístas de gobernanza y estabilidad financiera establecen. Felipe González, ilustre mandado, parodiando al abuelo Segismundo, de la Saga de los Porretas, lo venía reclamando hasta la saciedad.


Ahora, así, el PSOE volverá a asemejarse a lo que Felipe entiende que nunca debiera dejar de ser, un partido con sentido de Estado, gobierne o no, pero el problema es que esta España no se parece en nada a la España en que él cosechaba sonados éxitos. Abortado el precipitado congreso extraordinario que perseguía Sánchez, la lógica mayoritaria de los barones -6 de los 7 presidentes autonómicos- dicta que el liderazgo federal recaiga en Susana. Si Rajoy es investido y no se celebran unas terceras elecciones generales, Díaz Pacheco carecería de escaño en el Congreso por lo que podría compatibilizar presidencia andaluza y secretaría general del PSOE. En el desarrollo de ese tipo de cábalas entraría en juego su leal Paco Reyes, ya sea para cubrirle las espaldas en San Vicente o bien en el propósito de renovar/reforzar políticamente el Gobierno de la Junta. La hipotética promoción de Reyes permitiría a Pilar Parra convertirse en la primera mujer en presidir la Diputación de Jaén, incluso que Micaela Navarro o Ángeles Férriz optasen a la primera secretaría del PSOE jienense. Otro hito. El desbloqueo de la situación en Madrid, asimismo, clarifica el futuro inmediato de José Enrique Fernández de Moya, confiado en que terminará formando parte de la estructura del próximo Ejecutivo de Mariano Rajoy. La defenestración de Pedro Sánchez ha sido recibida con suspiros de alivio en el Ayuntamiento, en Onda Jaén y hasta en la mismísima Subdelegación del Gobierno. El continuismo, versión retruécano –El ‘SÍ’ obcecado, y el ‘NO’ que acaba travestido de ‘ABSTENCIÓN’-, recobrará vigencia en las pasarelas del otoño político jaenero. Somos, fuimos y, a pesar de los pesares, seremos.

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