Unas horas después de la segunda sesión fracasada del segundo intento de investidura fracasada y como atento espectador de los discursos de los diferentes líderes representados en el Congreso de los Diputados, no me cabe más que sentir preocupación por la situación de bloqueo institucional a la que está sometido el país y como andaluz por la inexistencia de nuestra tierra en el debate del Estado.
Andalucía, la comunidad más poblada, de las de mayor extensión, y lo más alarmante la región europea con mayor tasa de desempleo, solo fue nombrada desde la tribuna de oradores no para hablar de sus carencias en infraestructuras o en posibles soluciones al paro, sino para recordar otro triste record, el de la corrupción.
Antes de la propia sesión de investidura, ya el acuerdo del Partido Popular con Ciudadanos suponía una afrenta, las únicas referencias a inversiones, por ejemplo en materia ferroviaria hablaban de Galicia, y omitían la lamentable situación que padece Granada, con las vías convencionales desmontadas para dar paso a las del AVE, que al encontrase sin las inversiones necesarias para terminarlo, dejan a la ciudad y a la provincia sin unas y sin las otras desde el 7 de abril de 2015 (17 meses), así la estación de trenes de Granada debe ser la única del mundo por cuya megafonía solo anuncian las salidas de autobuses para conectar la capital granadina con el resto de Andalucía y del Estado.
Es normal también que el acuerdo del Partido Popular con la única diputada de Coalición Canaria refleje el compromiso inversor del Estado con las islas, en 14 puntos concretos que también fueron acordados con el PSOE cuando Pedro Sánchez opto a la Presidencia del Gobierno. Plan de Empleo para Canarias, Andalucía con su record de paro del Estado y de Europa puede seguir esperando.
Ya metidos en el debate y con portavoces de partidos de diferentes territorios es normal que se hablase de la importancia del Puerto de Valencia, nadie habló de la situación del Puerto de Algeciras, el segundo más importante de la UE en movimiento de contenedores que no cuenta con salida ferroviaria, de la capacidad fiscal de Euskadi y Navarra con un concierto intocable, mientras Andalucía pesa cada vez menos en las balanzas fiscales al dejar de contar con empresas que tienen domicilio fiscal aquí, y así con asuntos de importancia para Galicia, Asturias, Aragón, y por supuesto Cataluña.
Es una pena que el territorio que más diputados y diputadas pone en la Carrera de San Jerónimo, 61 de los 350, no pese absolutamente nada en el debate del Estado. Hubo un tiempo en el que la representación andalucista insertaba el virus en la cámara, hablaban los andalucistas de Andalucía, y hablaban todos de Andalucía, porque evidentemente “los andalucistas no eran los que más querían a Andalucía”, pero,… desde que no hay andalucistas ya no se habla de Andalucía.
El Partido Andalucista decidió hace ahora un año en su XVII Congreso cesar su actividad política e iniciar su disolución en 2019, con sus sombras y con sus luces, que las hubo y muchas. Sus militantes, al no contar con el apoyo electoral de los andaluces dieron una lección de dignidad política.
¿Imaginan un Congreso de los Diputados con un puñado de diputados de exclusiva obediencia andaluza?, ¿imaginan por ejemplo seis en esta legislatura? No se movería ni una sola Ley, ni el BOE sin una sentada para negociar con ellos. Decidirían no solo el gobierno, también toda la legislación y presupuestos de los próximos cuatro años, y todo con los únicos intereses de Andalucía por encima de los de los partidos, que ahora mismo nos deben representar.
Yo creo que llega el momento de construir una nueva fuerza política andaluza, aprendiendo de los errores, sin lastres, con la frescura de lo nuevo, incorporando a hombres y mujeres de diferentes sectores de nuestra sociedad. Nada podemos esperar de quienes hasta ahora nada han hecho para que dejemos de ser los que más trabajadores exportamos a la vendimia francesa, al temporeo o incluso titulados universitarios formados aquí con el esfuerzo de nuestra sociedad que emigran porque ésta ha dejado de ser una tierra de oportunidad para ellos.
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