Altadis, dos caras de una realidad

Se quedan unos 200 trabajadores, pero antes de que termine el año, seran sólo 67 en unas instalaciones que en sus mejores épocas llegaron a albergar hasta 1.400 personas

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  • En la planta de Altadis se quedan unos 200 trabajadores que serán 67 antes de final de año. -
Se quedan unos 200 trabajadores, pero antes de que termine el año, seran sólo 67 en unas instalaciones que en sus mejores épocas llegaron a albergar hasta 1.400 personas. Los últimos en marcharse, unos cincuenta, lo hicieron ayer con más pena que gloria, sobre todo por los que se quedan y por los que acabarán saliendo más temprano que tarde. Los de las contratas. Muchos y muchas con más de 30 años de antigüedad a sus espaldas en la empresa y con fuerza y ganas para seguir unos cuantos años más. Quizás, ellos y ellas, los que se van, no tengan ya que preocuparse en exceso por cuestiones económicas (son despidos capitalizados hasta que cumplan la edad reglamentaria para jubilarse) pero a nadie le gusta irse por la puerta de atrás después de tres décadas de fidelidad a su empresa.

Ángeles, Antonia, Rosa o María son algunas de las cigarreras que ayer cruzaron la valla de seguridad de la planta por última vez. Pero lo hicieron con paso firme y decidido porque su futuro ya no estaba en Altadis sino al otro lado, con sus familias. “Es hora de recuperar el tiempo perdido con nuestras familias. Me he perdido ver crecer a mis hijos. Darles la cena o el desayuno. Los turnos de noche y levantarme de madrugada, a las cinco de la mañana hicieron que me perdiera lo que para otras madres es lo natural”, dice Ángeles López.

También Rosa Prada destaca sus recuerdos señalando que “muchas de nosotras entramos en Tabacalera con 18 años y hemos pasado la mayor parte de nuestra vida en ella. Aqui, aprendimos incluso a cocinar, con los consejos de las compañeras más experimentadas”.

Todos los que ayer cerraron su capítulo laboral en Altadis ya habían podido recoger sus cosas el lunes para que la salida no fuese tan traumática cargando con sus pertenencias, pero no quisieron marcharse sin llevarse consigo algo de ese mundo que dejan: briznas de la última producción de tabaco de la planta. Como un pequeño cordón umbilical que se niegan a cortar.

Ese cordón que les une a unos compañeros que se quedan en la planta y que deberán asumir parte de su trabajo. Porque lo cierto es que la producción se mantiene en los mismos niveles que hasta ahora pero con menos trabajadores. Uno de ellos es Juan Manuel, un electrónico que además de su trabajo, que deberá realizar en otra planta de la factoría, tendrá que coger la escoba y el recogedor. “Entré de operario en la empresa y después de muchos años de trabajo duro, sacrificios y dedicación he vuelto a ser operario, pero sin dejar tampoco mi trabajo. Si hay alguna labor de mantenimiento que realizar tengo que dejar la escoba y realizarla para luego volver a cogerla”.

Las regulaciones de empleo que se han realizado y las que se van a completar antes de que termine el año van a convertir la factoría de Altadis en una planta fantasma, ya que los 67 trabajadores repartidos en los tres turnos que se mantienen, van a dejar una media de 20 operarios por tanda en una planta de más de 153.000 metros cuadrados.

Oficinas vacías, pasillos oscuros y abandonados, máquinas paradas y silencio. Con ese panorama van a tener que lidiar día a día los que se quedan. Todos agrupados en una zona. Los comedores se clausuran. No tienen sentido, para dar servicio a 20 trabajadores por turno y la cantina da paso a las máquinas expendedoras. Servicio durante las 24 horas del día pero sin alma. Con el tiempo la maquinaria industrial se venderá o se trasladará a otras plantas de la compañía y quedarán las naves vacías como esqueletos. Al menos los trabajadores que se quedan tienen el compromiso de que la empresa mantendrá la producción hasta el año 2014.

Maribel, operaria
Maribel entró en la Fábrica de Tabacos de Cádiz en el año 1977. Entonces tenía cerca de 1.500 compañeros de trabajo. Hoy apenas son 200 y antes de que termine el año sólo seran 67. De los cuales sólo nueve serán mujeres. “Va a ser muy duro acostumbrarme a trabajar rodeada de hombres. Siempre he estado rodeada de compañeras y entre nosotras nos contábamos nuestras cosas”, dice Maribel, que cree que se va a sentir “muy sola” en esta nueva etapa, ya que “se han ido mis compañeras de trabajo de toda la vida”.

En los mejores tiempos de la planta, Maribel estuvo rodeada de más de 700 personas. Ahora, con la nueva situación que se plantea en la factoría y la que se va a producir en menos de seis meses la deja sóla y rodeada de maquinaria.

Maribel no oculta que hubiese preferido ser una de las compañeras que ayer dejó la planta. “Eso es lo que mi familia y yo hubiésemos preferido. Porque lo que ahora nos viene encima es mucho más trabajo, sobre todo físico y ni tengo la juventud ni la fuerza de cuando entré . Ahora que la producción se va a mantener pero con menos personal”, dice.

Sin embargo, ante la situación que se les plantea a los que como Maribel se quedan en la planta, la opción que han elegido es unirse como una piña. Se tienen que enfrentar a nuevos compañeros y a nuevas situaciones como si fueran nuevos en la factoría.

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