Hace tiempo que el PSOE se empeñó en sumergirse en una especie de catarsis colectiva: da igual lo que ocurra, bueno o malo, porque la amenaza de hemorragia interna acaba aflorando siempre por cualquier esquina. Ese viaje hacia alguna parte en el que navega el partido que hasta hace un puñado de años fuera el más votado de España se detiene de forma periódica en Ferraz en torno al Comité Federal, el máximo órgano de decisión entre congresos, donde además de fijarse posiciones oficiales se dirimen batallas subterráneas (en ocasiones incluso aireadas en público por medio de grabaciones luego filtradas).
El PSOE andaluz tiene otra de esas citas decisivas este sábado en Madrid. A puerta cerrada, la dirección federal y los barones territoriales tienen doble trabajo: consensuar un diagnóstico sobre lo ocurrido el 26J y, por encima de eso, decidir qué harán los 85 diputados del nuevo grupo socialista en el Congreso cuando Rajoy se someta por fin a la sesión de investidura que regateó hasta por dos veces tras el 20D.
Se especula sólo con esa posibilidad porque, como se ha encargado de deslizar una y otra vez Susana Díaz en la última semana, ni se contempla la posibilidad de que Pedro Sánchez active otro experimento para alcanzar la Moncloa. “Si no fue posible con 90 escaños, con 85...”, ha ironizado la presidenta en su periplo por los platós de televisión y los estudios de radio. La posibilidad se da por descartada, pero el dato objetivo es que de la boca del secretario general no ha salido ni una frase porque anda desaparecido desde el 26J. Su silencio contrasta con la hiperactividad de la presidenta, empeñada en lanzar recados.
El más contundente es el de resignarse a la oposición. Susana Díaz sitúa ahí a su partido, pero el sábado tendrá que calibrar fuerzas y, sobre todo, detallar cómo. Desde que se abrieron las urnas ha clamado por asumir que ése es el lugar de un partido que ha sumado su segunda derrota consecutiva ante el PP, pero ha evitado una y otra vez pronunciar la palabra abstención. Se le preguntó a quemarropa el lunes en su balance de lo ocurrido y se negó a despejar la incógnita. En los días sucesivos también ha escatimado ofrecer más pistas.
En el sector afín a Sánchez se empiezan a pulir estrategias, pero nadie olvida (quizás ni perdone) que la presidenta andaluza fue la que, con apoyo de otros barones, inspiró aquella doble limitación al líder que acabó frustrando sus opciones de formar Gobierno: no al PP y no a un Podemos empecinado en la consulta catalana. Los sanchistas se preguntan si la abstención no es también hacer presidente a Rajoy por omisión y, por tanto, contradecir aquello que impuso Díaz. Por contra, si se mantiene aquella limitación se favorecería un bloqueo que quizás llevaría a otras elecciones y al desplome total del PSOE.
Cara a cara
A la baronesa andaluza le esperan más reproches en Madrid. Por ejemplo la batería de argumentos con la que excusó su derrota ante el PP de Moreno Bonilla. Entre los más contundentes, el de que al PSOE se le ha escapado una riada de votos porque muchos de su fieles temieron una posible alianza con Podemos, un golpe directo al mentón de Sánchez. También le pueden afear la medalla que se colgó al proclamar que Andalucía fue clave para levantar el muro que ha frenado el sorpasso en toda España, defendible por la brecha con los de Teresa Rodríguez pero cuestionable por aquellas otras federaciones que han ganado votos mientras que en Andalucía se han perdido.
Quedan más interrogantes: si Díaz avalaría otra consulta de Sánchez a la militancia ante una posible abstención o si consentirá la pseudocomedia de que algunos diputados se ausenten de la Cámara para favorecer la investidura de Rajoy en un no, pero sí. Por no hablar de su futuro...
La misma fecha para el debate en IU
Si al PSOE le fueron esquivas las urnas el 26J no más satisfechos andan en IU una vez asumido el fiasco de la confluencia de izquierdas con Podemos. A ellos en particular no le han ido mal las cosas en cuanto a la cosecha de escaños, pero el objetivo de sobrepasar de forma conjunta a los socialistas se frustró a nivel nacional y eso lo ha terminado por empañar todo. El Consejo Andaluz, liderado por Antonio Maíllo, también se reunirá el sábado. Le toca analizar a dónde se han esfumado sus votos y si la confluencia merece reeditarse
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