Al PP andaluz le han bastado apenas dos días para sacudirse el estigma de equipo perdedor que le perseguía desde 2012, cuando aquella frustrante victoria de Javier Arenas en las elecciones autonómicas (un techo histórico de 50 diputados que sin embargo no le permitió tocar poder por el pacto PSOE-IU) inauguró una etapa funesta de hasta cuatro naufragios consecutivos. El 26J ha virado tanto esa tendencia fatalista que el partido que lidera Juan Manuel Moreno Bonilla ha declarado el estado oficial de optimismo y se ha marcado cotas impensables hace apenas una semana: en el horizonte inmediato figura ya el objetivo de asaltar de una vez por todas San Telmo, el único bastión de gobierno del que el PSOE no ha sido desocupado desde la restauración de la democracia en España.
Gobernar la Junta ya no parece una quimera. El mensaje lo transmitió con contundencia el propio líder los populares andaluces este martes en Sevilla. Frente al atril y arropado por su Junta Directiva Regional, Moreno arengó a los suyos porque está convencido de que los resultados cosechados el domingo les colocan “en el punto de partida para conseguir el objetivo irrenunciable de producir la alternancia política en Andalucía”. Y lo subrayaría hasta en otras dos ocasiones durante su discurso: “La próxima parada electoral son las autonómicas, ganar el Gobierno de Andalucía”, proclamó.
El cónclave celebrado en un hotel de la capital andaluza a media mañana fue lo más parecido a la ceremonia de la victoria. Aplausos, ovaciones, sonrisas de oreja a oreja, abrazos, felicitaciones y una ristra de cargos orgánicos dispuestos a paladear el triunfo, el primero sobre el PSOE en la región en los últimos cinco intentos. Ni siquiera faltó Rafael Hernando, portavoz del PP en el Congreso y cabeza de lista el 26J por Almería. En la tribuna los ocho presidentes provinciales y el resto de la Ejecutiva. También presentes los tres antecesores de Moreno: Teófila Martínez, Javier Arenas y Juan Ignacio Zoido.
A todos ellos, como a alcaldes y afiliados, les marcó el líder del PP-A la nueva senda: no hay que “emborracharse de victoria”, pero sí saborear el logro histórico. No ahorró epítetos: “orgullo”, “entusiasmo”, “fruto de la perseverancia”, “fortaleza”... Todo ello cosecha “de un trabajo encomiable” que, intuye, les conduce hacia la Junta.
Moreno Bonilla tiró de datos para justificar su euforia: 1,4 millones de votos, 23 diputados y 18 senadores y el 33% de todos los votos emitidos en  Andalucía, además de haber contribuido a la victoria de Rajoy con casi dos escaños de cada diez. Otros datos sobresalientes: superar en Andalucía el porcentaje de votos del PP nacional y, por encima de todo, ser capaces de voltear los 2 puntos de retroceso respecto al PSOE del 20D por otros tantos a favor. Eso, destacó, significa que los andaluces “quieren más PP”. Enterrada queda aquella “travesía complicada” que arrancó en 2014, cuando accedió a la presidencia del PP-A y a las pocas semanas los socialistas les aventajaron en 8 puntos.
La presidenta, en la diana
Trazado el diagnóstico de la victoria, el nombre de Susana Díaz estaba a punto de aparecer. A la presidenta le dedicó Moreno Bonilla una ráfaga de dardos, entre ellos que “no acepte la derrota ante el PP”, que recurra al discurso “del miedo” que implicaría tildar de “cobardes a un millón y medio de votantes” o que alegue que “estas elecciones no eran las suyas después de volcarse en ellas y darle tres vueltas a Andalucía”. La presidenta, cree, ha concentrado un voto de castigo fomentado por una combinación de “soberbia y falta de diálogo” ante sus propuestas.
Tampoco olvida el PP-A el papel de la presidenta en el laberinto nacional. Crecido por los resultados, Moreno la animó a que en el próximo Comité Federal del 9 de julio Díaz convenza a Sánchez de que deje gobernar a Rajoy.
Díaz insiste en asumir la oposición
Lo dijo el lunes con contundencia en la sede del PSOE regional ante su Ejecutiva y lo repitió un día después en una entrevista radiofónica. Susana Díaz está convencida de que “el lugar del PSOE ahora es la oposición” para, desde allí, reconstruir el partido y volver a ser una alternativa sólida al PP. Eso sí, advirtió de que Rajoy no va a tener “un cheque en blanco” de su partido para mantenerse en la Moncloa y volvió a regatear la pregunta clave: ¿cómo? ¿Se abstendrá o votará en contra, como insiste Pedro Sánchez? La guerra interna está servida.