Juan Badía, el empresario sevillano de 71 años fundador de las populares tiendas de cárnicos Cash Badía y Jamones Badía, ha sido expulsado de la gestión del grupo, que se encuentra en concurso de acreedores desde febrero de 2014. Así lo ha decidido el juez de lo Mercantil de Sevilla Pedro Márquez tras atender la solicitud de la administración concursal.
El empresario, que conservaba parte de su capacidad de gestión en la empresa ya que presentó concurso voluntariamente, ha chocado frontalmente con el administrador nombrado por el juez, Pedro Montero, y con el gerente nombrado a su vez por este para coadministrar el grupo, José Gabriel Hernández. ¿Qué ha ocurrido para que el empresario haya dejado la compañía que fundó en 1985 sobre la base de una carnicería?
Fuentes cercanas a la administración concursal explican que Badía estaba interfiriendo en el funcionamiento de la compañía y, ante el próximo inicio de las negociaciones para negociar un convenio con los acreedores, han impulsado su salida. Las empresas del grupo Badía que están en concurso son Central de Compras Badía (de la que cuelgan hoy cinco tiendas tipos cash para mayoristas pero dirigidas al público general) y Jamones Badía. El empresario ha sido apartado de la gestión de las dos.
Coacciones
La principal es Central de Compras, que es la que tiene una deuda de 28 millones de euros, cifra que incluye a su principal acreedor financiero, Banco Popular, y a BBVA, entre otros. Juan Badía ha pasado a dirigir ahora la tienda de la enseña en Gines, que quedó fuera del concurso.
Sin embargo, el propio empresario explica a Viva que ha sido él quien, “coaccionado por el gerente”, firmó hace unas semanas su inhabilitación. Según su versión, le amenazaron con emprender acciones legales contra sus hijos, que fueron directivos del grupo y serían denunciados por algunas de las decisiones que tomaron, si no rubricaba su inhabilitación voluntariamente.
Badía critica con dureza al administrador Pedro Montero, por la práctica imposibilidad de comunicarse con él en estos más de dos años de concurso; y al gerente José Gabriel Hernández, por retrasar injustificadamente la fase común del convenio desde 2014 y, según su interpretación, ir directamente a liquidación sin intentar negociar un convenio con los acreedores.
Por ello, Badía ha realizado la única acción que le permite la ley: cambiar a los abogados concursales que hasta hace una semana procedían del despacho Domínguez Plata. Ahora, Badía ha contratado al despacho de la familia Bores “para que me defiendan y no me oculten información”, señala.
El creador de la marca que lleva su apellido rechaza además que, fruto de la gestión de Hernández, se habría incrementado en 1,5 millones de euros la deuda que tiene la empresa, “firmando pagarés que luego no se pagan”, añade. Lamenta además que no se hayan atendido sus recomendaciones y se haya ignorado su criterio. Badía resumió todo ello en que le han “engañado”.
Además, el juez de lo Mercantil también ha autorizado la liquidación de otra filial, Nuevas Líneas de Negocio Badía, que estaba en concurso.
Precios mayoristas para el gran público
Juan Badía creó un grupo cárnico en Sevilla, Huelva y Cádiz a partir de la carnicería de su familia en Tomares (Sevilla). Su filosofía, tanto con las tiendas de jamones inicialmente y luego con los Cash Badía, fue la de ofrecer precios propios del negocio mayorista al gran público. Un modelo que exigía comercializar grandes cantidades de producto ya que el margen por pieza era muy limitado.
Badía llegó a vender 200.000 jamones y paletas antes de la llegada de la crisis. Su facturación superó los 30 millones de euros. Hoy, explica Juan Badía, la filial principal apenas llega a 6 millones sumando los cinco cash que siguen abiertos. Igualmente, de una plantilla de 150 empleados en la filial de los cash, se ha pasado a algo más de 50 en la actualidad.
El grupo llegó a montar una planta de elaboración de productos ibéricos en Guijuelo (Salamanca) en 2007. Pero en 2011 la vendió. Fue ese el inicio del repliegue ante la caída del consumo, después de que Badía hubiera extendido su modelo a Huelva y Cádiz, abierto restaurantes e franquiciado sus carnicerías.
Pero sin un volumen de comercialización suficiente que generara beneficio, y tras determinadas decisiones financieras erróneas, Badía presentó concurso en 2014. Ahora, su futuro sigue en entredicho tras el choque entre Badía y los administradores.