Rodrigo García regresa a los cines con un golpe de timón a su carrera, alejándose de los universos femeninos que tan bien maneja -quería dejar de hacer "películas tan psicológicas", asegura- y aproximándose a la faceta más humana de Jesús en "Last Days in the Desert".
El realizador de obras como "Cosas que diría con solo mirarla" (2000), "Nueve vidas" (2005), "Passengers" (2008) y "Madres e hijas" (2009) vuelve a la cartelera por primera vez desde "Albert Nobbs" (2011), filme que deparó sendas candidaturas al Óscar para Glenn Close y Janet McTeer.
Estaba cansado de hacer películas "tan realistas, sobre mujeres y con mucho diálogo", concedió el cineasta colombiano, hijo del fallecido premio nobel de Literatura Gabriel García Márquez.
"Cuando salí de 'Albert Nobbs', tenía ganas de hacer algo sin apenas diálogo y éste es un guión de apenas 62 páginas y no más de 15 de conversación", agregó.
"Quería cambiar de mundo, viajar al pasado, al desierto, en busca de conflictos sencillos", indicó García, de 56 años.
"En esta película, el conflicto es elemental y los personajes dicen lo que sienten realmente, todo lo contrario que en un drama psicológico, pero considero que los temas siguen siendo las relaciones familiares", añadió.
En "Last Days in the Desert", de estreno el 13 de mayo tras su paso por el Festival de Sundance (EE.UU.) el año pasado, Ewan McGregor interpreta a Jesús (y al Diablo) en un capítulo imaginado sobre el pasaje de la Biblia al respecto de sus 40 días de ayuno, oración y tentaciones en el desierto.
García destaca del trabajo de McGregor la "calidez" que dio al personaje, al que brindó de una "gran humildad, curiosidad y compasión humana".
El director retrata a un Jesús (Yeshua en la versión original, bajo la pronunciación hebrea) asolado por varios conflictos humanos mientras trata de ayudar a una familia en crisis, formada por una madre al borde de la muerte y un padre con dificultades para comunicarse y conectar con su hijo.
"No quería hacer una obra religiosa o bíblica. Creo que no lo es", sostuvo el director y guionista del filme, quien sintió curiosidad por explicar las circunstancias que rodeaban a Jesús antes de afrontar "su misión final".
"Siempre sentí que Jesús salía del desierto no del todo satisfecho, que aún no había logrado el punto donde quería estar. Así que se involucra con la familia, retrasa su viaje y desea ayudar, practicar su labor de pastor, de rabino o de guía espiritual", comentó García.
Los miembros de esa familia los encarnan Ciarán Hinds, Ayelet Zurer y Tye Sheridan.
Para el director, a pesar del trasfondo religioso, el corazón de la película reside, principalmente, en la relación entre padres e hijos.
"Está escrita en una época en la que mis hijas acababan el bachillerato y mis padres ya tenían una edad avanzada. Es una edad curiosa, donde empiezas a ver lo que es el hombre en el tiempo, así como el impacto de los hijos sobre los padres y la influencia de los padres sobre los hijos", declaró García.
El realizador se apresura a aclarar que en la película "nada es literal" sobre sí mismo ("yo no soy el niño y mi padre no es ese padre"), pero asegura haber volcado sobre los personajes "muchas" de sus "preocupaciones" y de cosas que ha "visto y vivido".
García es consciente de que su película es una apuesta arriesgada. Tanto es así, que se financió a través de inversionistas privados y sin la presencia de ningún gran estudio de Hollywood, algo que viene siendo habitual en los últimos tiempos cuando se trata de proyectos "tan audaces".
"Manejamos poco presupuesto, pero tenemos a Ewan y hay confianza en la gente que hizo la película", aseveró el cineasta.
"En los estudios ya no hay lugar para este tipo de obras. Cintas como 'Terms of Endearment' ("La fuerza del cariño", ganadora de cinco Óscar) u 'Ordinary People' ("Gente corriente", que se llevó cuatro) hoy no las harían los estudios. Serían filmes de Sundance, independientes y hechas con 2 ó 3 millones de presupuesto", apuntó.
En su caso, García sustituyó los paisajes de Jerusalén por los del sur de California, en concreto los de Font's Point, situado en el parque estatal Anza-Borrego (Borrego Springs), donde la fotografía del mexicano Emmanuel "El Chivo" Lubezki vuelve a obrar maravillas.
"Es un lugar impresionante, a cuatro horas de Los Ángeles, pero no parece particularmente americano. Tiene zonas muy extraterrestres", indicó García, que buscaba reflexionar con esta obra sobre el paso del tiempo, la noción del destino y la muerte.
"Siento curiosidad por saber qué pasa después, pero esa curiosidad no sirve de nada", finalizó.
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