La continua caída del precio del petróleo ha tenido su principal víctima en las petroleras, que han anunciado el despido de miles de personas, reducción de dividendos y desinversiones, en un contexto que continúa siendo incierto ante la falta de acuerdo para acometer una reducción en la producción de crudo que convenza a los mercados.
Los resultados anuales de las petroleras han puesto de manifiesto los efectos de un crudo en mínimos para estas compañías. En el conjunto del año, estas empresas han ganado cuatro veces menos, con varias de ellas presentando incluso pérdidas por encima de los 3.000 millones.
Como consecuencia, las petroleras han decidido prepararse para lo peor. Así lo afirmó el consejero delegado de la estadounidense ConocoPhillips, Ryan Lance, que reconoció "no saber cuánto durará la tendencia bajista" y consideró "prudente planificar para unos precios bajos durante un largo periodo de tiempo".
En esta línea, la estadounidense Chevron anunció la supresión de entre 6.000 y 7.000 empleos, mientras que la adquisición de la británica BG por Shell se saldará con el despido de 10.000 trabajadores.
Además, la mayoría de estas empresas han decidido reducir sus inversiones y gastos de exploración. Shell ha vendido activos en los dos últimos años por encima de los 20.000 millones de dólares (más de 18.000 millones de euros) y ConocoPhillips recortó un 66% su dividendo.
A partir de aquí, la adopción de nuevas medidas dependerá de cómo evolucione el precio del petróleo durante los próximos meses, después de haber comenzado el año rompiendo mínimos de 27 dólares por barril. En estos momentos, el crudo Brent, de referencia en Europa, cotiza en torno a los 33 dólares.
"Si se produce una recuperación rápida el daño será menor y muchas de las compañías recuperarán buena parte de su valor", explica el analista de XTB Álvaro García-Capelo, que subraya que el problema de estas empresas ha sido "principal y exclusivamente" la caída de los precios.
Por su parte, el analista de SelfBank Felipe López-Gálvez advierte de que "a estos niveles a las empresas y países productores empiezan a no salirle las cuentas", una situación que en su opinión "debería acabar derivando en un recorte de la producción".
"Lo que está claro es que en cuanto recuperemos niveles previos a la caída, en caso de que se den, las empresas de 'fracking' se lo pensarán dos veces antes de lanzarse al mercado", subraya García-Capelo.
FALTA DE ACUERDO Y RUMORES.
Sin embargo, el futuro del petróleo continúa siendo incierto y su precio sigue sumido en una volatilidad afectada por las dudas sobre la economía mundial, la sobreoferta del mercado y los continuos rumores sobre un acuerdo entre los principales productores para reducir su producción.
Esta semana el esperado pacto parecía estar más cerca, con Arabia Saudí, Catar, Venezuela y Rusia anunciando su intención de congelar su producción de petróleo a niveles del pasado mes de enero. Sin embargo, "el mercado está deseoso de escuchar un acuerdo de recorte de producción, no de congelación", subraya López-Gálvez.
También será importante para la estabilidad de petróleo la postura que decida adoptar Irán, que después de ver levantadas las sanciones impuestas por la comunidad internacional y poder reanudar sus exportaciones de crudo, advirtió de su intención de aumentar su producción a "niveles anteriores" a las sanciones.
Las declaraciones del ministro de Petróleo de Irán dando la bienvenida al acuerdo para congelar la producción de estos países y mostrando su apoyo a los "esfuerzos" dirigidos a estabilizar los precios fueron bien recibidos en un principio, con el Brent anotándose subidas por encima del 5%.
Sin embargo, además de la falta de compromiso de Irán hay que tener en cuenta sus problemas diplomáticos con Arabia Saudí, "que lleva la voz cantante en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y no ayudan a la consecución de un acuerdo", recuerda López-Gálvez.
Además, "en caso de llegar a buen puerto, este pacto tardaría un tiempo en implantarse de manera definitiva", lo que hace augurar un periodo a corto plazo de precios bajos y unas petroleras obligadas a adaptarse a la nueva situación.
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