Si se sondea entre el círculo próximo a Susana Díaz sobre sus supuestas aspiraciones de desplazar y relevar a Pedro Sánchez, la respuesta unánime descarta incluso que haya estado en esa batalla. Si se amplía el espectro y se hurga dentro del PSOE, afloran quienes por contra dan por hecho que dará el paso más pronto que tarde. Esté o no entre sus prioridades el asalto a Ferraz, lo que sí ha volteado la presidenta ha sido su estrategia y su propia agenda desde que en el seno del socialismo se decretó envainar espadas a la espera de que el líder demuestre que es capaz de recabar apoyos para su investidura o, por el contrario, abra la puerta a otra cita electoral. La presidencia ha escalado de nuevo a prioridad absoluta.
A Susana Díaz el lío interno en Ferraz le ha costado escuchar durante casi dos meses, los transcurridos desde la noche electoral del 20D, la acusación de la oposición de que ha estado más volcada en otear Madrid que en administrar Andalucía. Su guardia pretoriana se ha encargado de desmentirlo en las últimas semanas para neutralizar la virulencia, en especial del PP, del argumento de que ya tenía “billete de AVE comprado” hacia la capital, más aún desde el convulso Comité Federal del 28 de diciembre.
Calmadas en apariencia las aguas, la agenda de la presidenta sí parece dar la razón a quienes creen que ha vuelto a concentrarse en su sillón de jefa del Ejecutivo. En las semanas en que los focos la perseguían como futurible líder federal su presencia institucional menguó hasta reducirse casi en exclusiva a Sevilla. No desapareció, pero en los diez días previos al decisivo Comité del 30 de enero su coche oficial rodó menos de lo habitual. En San Telmo recibió al teniente general de la UME, presentó el Plan de Internacionalización de la Economía Andaluza, reunió al Pleno del Consejo de Participación de las Mujeres y presidió la toma de posesión del director del Consejo de Transparencia. La única escapada más allá de los cuarteles de invierno de la capital andaluza fue para cumplir con la tradición de pisar Fitur, cita indispensable por el enorme peso del sector turístico en la economía regional.
Superado el Comité del 30 de enero, aquél en el que las críticas en voz alta de Díaz acabaron filtradas, la presidenta ha multiplicado presencia en el resto de Andalucía, como si ahora el debate sucesorio hubiese entrado en fase de forzosa hibernación y gozase de más tiempo para invertir la agenda en la gestión diaria. Desde entonces ha inaugurado infraestructuras en Écija, ha visitado una cooperativa ganadera en Córdoba, ha presentado una plataforma digital en Jaén y ha paseado por la laguna de Los Tollos de El Cuervo, el punto que marca uno de los límites entre las provincias de Cádiz y Sevilla. En total, 1.300 kilómetros en apenas una semana, del 2 al 10 de febrero.
Arreón legislativo
El Ejecutivo también ha pisado el acelerador legislativo para sacudirse la acusación de parálisis e inacción que le ha dedicado Moreno Bonilla durante enero. Su portavoz, Miguel Ángel Vázquez, replicó hace apenas unos días que el Gobierno andaluz lleva “velocidad de crucero” en la tramitación de nuevas normas, pese a que el Parlamento sólo fue capaz de dar luz verde en el arranque de la legislatura y hasta el pasado diciembre a una ley, aunque tan trascendental como la de los Presupuestos de este año.
En plena refriega por el control de Ferraz la Junta se esforzó en sacar lustre a la futura ley de Servicios Sociales, enviada ya al Parlamento tras recibir el visto bueno del Consejo de Gobierno, como ha ocurrido también con la del Cine. Aprovechando el primer Pleno postnavideño, Susana Díaz adelantó el pasado jueves el impulso a tres proyectos legislativos para que estén cocinados antes de verano. La prioridad, parece ser, vuelve a ser Andalucía.
A la espera de un "me quedo aquí"
No existe ningún pronunciamiento público de Díaz en el que haya confirmado su aspiración de convertirse en primera autoridad del PSOE federal, de ahí que su círculo cercano atribuya esas intenciones a elucubraciones periodísticas. Tan cierto como que tampoco ha habido jamás un desmentido contundente en el que se haya autodescartado a medio o largo plazo. Ahora cobra fuerza la posibilidad de algún anuncio durante el debate sobre política general en el Parlamento que la presidenta pidió formalmente el viernes.