El filólogo Alberto Porlan (Madrid, 1947), especialista en toponimia y autor de la monumental "Los nombres de Europa", ha reunido sus trabajos sobre Tartessos en "Tartessos. Un nuevo paradigma" y ha dicho a Efe que la capital del antiguo reino pudo estar en una isla fluvial del río Barbate.
Se trata de la isla de 75 hectáreas de extensión que se encuentra al norte de la antigua laguna de la Janda, en la que aún no se ha efectuado ninguna prospección arqueológica, ya que las dirigidas por Porlan a finales de los años ochenta y que dieron resultado negativo se efectuaron en otra isla fluvial del Barbate de mucho mayor tamaño, situada un poco más al sur.
Esa isla fluvial del Barbate se encuentra próxima a la localidad de Benalup, en el término municipal de Medina Sidonia, y también próxima a la antigua laguna de la Janda, desecada en los años cuarenta -en lo que Porlan considera "una salvajada monstruosa" en el plano medioambiental- cuando fue la mayor laguna sin escorrentía de la Península, con 14 kilómetros de distancia entre orillas.
Esa laguna, que en la antigüedad pudo ser aún mayor, es la que Porlan considera el lago que todas las fuentes de la antigüedad histórica ubican junto a Tartessos y que Adolf Shulten y otros arqueólogos han identificado con la desembocadura del Guadalquivir, un gran delta en la antigüedad.
Porlan sostiene que el Guadalquivir no era el río de Tartessos porque los relatos de la antigüedad histórica hablan de "un día de camino" desde esa ciudad hasta las Columnas de Hércules, el Estrecho de Gibraltar, justo el tiempo que tarda en recorrerse el trayecto entre la comarca gaditana de la Janda y el Estrecho -unos 40 kilómetros-, mientras que la desembocadura del Guadalquivir está a unos 120 kilómetros del Estrecho.
Alberto Porlan rechaza igualmente la corriente dominante en los últimos estudios sobre Tartessos que niega la existencia de tal reino, de una ciudad como capital con ese mismo nombre e incluso que no fuese más que una variante de la cultura fenicia: "Una mente científica no puede decir que algo no existe porque no lo han encontrado", ha zanjado tajante.
"Tartessos detentó durante siglos el monopolio del estaño, que salía de aquí para el resto del Mediterráneo y la capital de ese emporio existió, como tal centro comercial", ha señalado.
Según las fuentes de la antigüedad, "el mundo conocido era un mar rodeado de tierra por todas partes menos por una, el fin del mundo, donde se hallaba Tartessos" y la laguna de la Janda y la isla fluvial del Barbate se hallan en la vertiente occidental del Estrecho, mucho más cerca que el Guadalquivir y su desembocadura, de ahí que Porlan califique como "el error bético" la insistencia en esa ubicación.
El investigador trata de alentar ahora una prospección en la isla fluvial del Barbate en busca de pruebas de corroboren su hipótesis, para lo cual tiene previsto emplear georradar, drones e infrarrojos.
En su estudio de cuatrocientas páginas, publicado en Sevilla por Libros de la Herida, Porlan incluye fotografías aéreas de la laguna fluvial que reflejan, entre otras cosas, la existencia de una gran estructura sepultada, que es perceptible pese a que la isla en superficie está divida en dos partes con distintos cultivos.
Para la portada de su obra Porlan ha reservado un sencillo trazo de su propia mano del perfil de la cabeza de un perro que, al ser inclinado 90 grados, se transforma en el perfil costero de la parte superior del Estrecho de Gibraltar -el ojo del perro es la laguna de la Janda-, en una alusión a la mitología griega y al perro de Gerión, rey de Tartessos al que Hércules le robó su rebaño de toros.