Entonces pensaron en los electores, en lo que habían señalado con sus votos, y se decidieron a buscar acuerdos (en un tiempo nuevo y feliz...). Y colorín colorado... Eso, cosa de cuento, de historias para incautos, de relatos sin moraleja ni gracia alguna; cosas del ámbito de lo que debería ser y nunca va a llegar. La nave navega sin rumbo, aunque traza una ruta de piloto automático sin complicaciones, y el vigia no da crédito por no encontrar tierra; y todo esto, harto de polizones que se comen y se beben la despensa sin aportar nada a cambio, más allá de sus defecaciones. Es lo que tiene cuando se piensa en la persona de cada uno, y no en el bien colectivo, cuando se están calibrando más las posibilidades sobre qué va a pasar en ese mañana no tan lejano en que los nobles políticos se vuelvan a someter al plebiscito del pueblo que en darle a este un gobierno multicolor (pero coherente), con el que superar las dificultades del momento, y con el que poner en valor lo que hablaron con sus papeletas en las acristaladas urnas blanqueadas del vaho del sinsentido. Es lo que tiene también el tú más, por mi menos, elevado al cuadrado de no sé que línea roja, sumado al despropósito de las tensiones internas, multiplicado por los egos, elevado al cuadrado de los intereses de partido, y donde para finalizar la ecuación imposible, restamos la posibilidad de llegar a acuerdos, porque para eso, hay que tener, primero, la voluntad de querer alcanzarlos. El mundo no lo han hecho los que viajan solo, y los gobiernos no se pueden construir bajo la sombra del yo, me, mi, conmigo. Estamos demasiado acostumbrados a tragar con alternancias absurdas y consentidas. Y por si algo le faltaba a este cocinado que nunca va a estar terminado, que parece abocado a acabar como los guisos de aquella madre de ‘La Torre de Suso’ en el suelo del patio de la casa, contamos con la salsa pegajosa y oscura de los corruptos que salpican cualquier posibilidad de mirar hacia los que hasta ahora han estado al frente del cotarro, porque quien ha consentido tanto latrocinio, quien tiene en su alineación tan destacadas estrellas de me lo llevo calentito sin ruborizarme, ( que es de todo), no están autorizados para ser considerados como aspirantes a portar ninguna bandera.
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