Susana Díaz ocupó este lunes la silla que tenía reservada en primera fila en Madrid en el cónclave del PSOE, frente por frente a su secretario general, Pedro Sánchez. Cada uno pudo así vigilar hasta el último movimiento del otro en la reunión más tensa que se recuerda en años de un Comité Federal, más de seis horas de discursos y réplicas con posicionamientos antagónicos, barones enfrentados, un acuerdo forzado pero no cerrado la noche anterior y el enigma de los pactos postelectorales sobrevolando.
Un destacado militante socialista andaluz resumía a este medio su particular radiografía de la reunión: “se puede decir que ha acabado en tablas”, para a continuación apostillar un “pero lo que está claro es que Susana va a seguir intentando desalojar a Pedro”. Ese supuesto empate explicaría el resultado final: cesión por un lado del secretario general, que ayer aceptó las presiones de los barones afines a la presidenta andaluza y proclamó abiertamente que no habrá negociación con Podemos si persiste en el referéndum catalán, y cesión también en el paso atrás de Díaz, que llegó a la sede socialista reafirmando que el Congreso Federal del que saldrá el nuevo secretario general debe celebrarse en febrero “porque es cuando toca”, pero salió masticando la evidencia de que eso queda en el aire. Es más, al ser preguntada regateó una cuestión que ella misma elevó a fundamental porque ahora cree que existen “otras urgencias”.
Un laberinto interno
Fuentes del partido confiesan que Podemos y Cataluña, pese a ser tema capital porque lo que está en juego es un posible Gobierno y el desalojo del PP, no era ayer la cuestión fundamental. Asumida la autoimpuesta línea roja, lo que Susana Díaz intentó en la noche del domingo y este lunes mismo fue forzar, por todos los medios, que el Congreso Federal quedara marcado a fuego en el calendario en febrero. Sánchez quiere retrasarlo hasta la primavera y, de momento, gana aire porque ha logrado aparcarlo.
Arquitecta de partido, la presidenta andaluza insistió en esa fecha exacta, cuatro años después del cónclave de Sevilla que eligió a Rubalcaba, porque el tiempo corre en su contra. Si Sánchez logra formar gobierno saldrá refozado, y si hay nuevas elecciones pero no ha habido antes Comité, ella no podrá postularse y quedará en el camino.
Díaz, insisten los mismos interlocutores, se dedicará ahora a maquinar el formato de esa decisiva cita aún sin fecha. Y busca apoyos para evitar que la elección sea por primarias para que, por contra, elijan los delegados y así imponer el peso de la federación andaluza a su favor. “Ella quiere Madrid”, aseguran.