El tortuoso laberinto en el que se ha trasformado el juego de la política nacional desde la noche del domingo parece tener mil puertas de salida, pero los caminos que conducen a ellas están plagados de trampas. El PSOE despejó este lunes la primera incógnita: dará un sonoro no a la investidura de Rajoy en la primera votación en el Congreso. A partir de ahí todas las posibilidades, y una de ellas consiste en averiguar si Pedro Sánchez se lanzará a la aventura de intentar franquear el dintel de Moncloa de la mano de una alianza antiPP que debería dar cabida hasta a una decena de formaciones de perfiles muy dispares.
Para que los socialistas desalojen a Rajoy tienen que garantizarse, sí o sí, el apoyo de Podemos. Sin la formación de Pablo Iglesias, que ya ha marcado buena parte de sus líneas rojas en torno al referéndum de Cataluña, el cuento de la lechera no podrá escribir ni su primer párrafo. Y de eso, por si quedaban dudas, el PSOE andaluz no quiere ni oír hablar. Con los morados, no.
Las desavenencias entre ambas direcciones regionales no son nuevas y no se intuye que vayan a disolverse de un plumazo. Los primeros detalles a lo largo de la jornada hacían ya intuir un portazo desde la sede de San Vicente al hipotético pacto con la formación que en Andalucía lidera Teresa Rodríguez. El portavoz del Ejecutivo autonómico, Miguel Ángel Vázquez, incluso publicaba en su cuenta personal de Twitter un elocuente mensaje minutos después de que Iglesias trazase en Madrid sus condiciones para comenzar a hablar con el PSOE. “A Pablo Iglesias se le han subido los humos muy pronto. Quiere acabar con la igualdad en España y hacer autonomías de primera y segunda”, aireaba en las redes la voz del Gobierno de Díaz.
El escollo catalán
La gran piedra en el camino la colocaba también uno de los hombres de la presidenta andaluza en Madrid, Antonio Pradas, comenzando ya a arrojar pistas. El secretario de Política Federal del partido y número tres nacional, desde el domingo diputado por Sevilla tras liderar la lista socialista por esa provincia, advirtió desde la capital, donde asistió al Consejo Federal que presidió Sánchez, de que el concepto de España que defienden PSOE y Podemos es “totalmente distinto” e incluso tachó de “andanadas” las condiciones de Iglesias. “No vamos a entrar ahí”, subrayó. Y por si quedaban dudas, aclaró que la tesis del referéndum catalán deja “bastante preocupación en Andalucía”.
Enfrentamiento continuo
El desencuentro entre PSOE y Podemos en Andalucía viene de largo. Más que eso, es un secreto a voces que las dos fuerzas de izquierdas no se soportan. Susana Díaz no olvida, y así lo rescata de su memoria cada vez que encuentra ocasión, que la formación de Pablo Iglesias le negó una y otra vez su respaldo para ser investida presidenta y extiende a Teresa Rodríguez la responsabilidad de bloquear la actividad política de la Junta durante meses, justo hasta que el sostén de Ciudadanos le sirvió para revalidar sillón en el Palacio de San Telmo.
A los socialistas también les preocupó siempre que la fuga de votos por la izquierda acabase en las alforjas de Podemos, de ahí que en campaña le hayan atacado más que a C’s, ahora su socio natural. Pero la cúspide del iceberg interpuesto entre ambos emergió el 23 de septiembre, cuando la suma de votos de Podemos y PP tumbó la convalidación del decreto de los interinos en una sonora derrota del PSOE en el Parlamento, resucitando desde entonces la pinza que acorraló a Chaves. Semanas después, Díaz recomendó en público a Sánchez su pacto con C’s en Andalucía como fórmula para gobernar España. Pero las urnas, caprichosas, han decidido que la sartén esté ahora en manos de Iglesias, no de Rivera.
Conclusión del 20D: no pierde nadie...
El resultado que arrojaron las urnas en Andalucía la noche del domingo ha hecho buena la máxima de la propaganda en tiempos de guerra: hay que maximizar las victorias, aunque sean pírricas, y minimizar derrotas por mucho que asome el desastre. A ese lema se han aferrado en las últimas horas los cuatro partidos que han arañado escaños en la comunidad. Al quinto en liza, IU, no le ha quedado más remedio que aceptar de forma honrosa su fracaso.
La primera lectura parcial, la del vencedor. El PSOE ha cedido tres escaños, de los 25 de 2011 a los 22 cosechados tras escapársele entre las manos el último en liza en Granada. El mensaje, sin embargo, no habla de retrocesos sino de todo lo contrario: lo que se transmite es que se ha certificado la cuarta victoria consecutiva desde que tomó las riendas Susana Díaz, que el PP regresa al segundo escalón, que Andalucía aporta uno de cada cuatro diputados al zurrón de Pedro Sánchez o que lucen una de las escasas victorias regionales.
En la orilla del PP, como en la de los socialistas, se celebra que la comunidad no ha sufrido tanto los temblores del terremoto emergente. A Moreno se le han esfumado la friolera de 12 escaños, pero el desplome estaba ya descontado porque igualar aquel listón histórico, más en tiempos de recortes, era una quimera. El consuelo llega en forma de cifras globales: la diferencia respecto al PSOE queda en un simple escaño y en 2,5 puntos en porcentaje de votos, frente a los más de 9 de las autonómicas. Eso sí, se disimula que la hegemonía se limita ahora a tan sólo tres provincias.
C’s celebra sus 8 diputados, los 242.000 votos más que en marzo y haber mejorado en 5 puntos, pero no menciona que su horquilla apuntaba a entre 10 y 14 escaños. Podemos también suma 159.000 nuevos adeptos y consolida su tercer escalón, pero no arañó lo que pensaba en Cádiz y en Jaén, con cabeza de cartel apuesta personal de Rodríguez; se fue de vacío.