La afición y el entorno del club deben mostrar ahora la madurez necesaria como para no dejarse llevar por la desilusión que suele acompañar a la derrota. Ha existido en estas últimas semanas cierto empeño en adelantar la celebración de algo que todavía no se ha producido pero que todo el mundo siente como más que probable. Muy mal se tendrían que dar las cosas para que el Xerez no terminara la temporada celebrando su ascenso de categoría, pero eso no implica que haya llegado ya el momento de las celebraciones y los parabienes.
Los aficionados quieren ver a su equipo en Primera División cuanto antes, pero conviene recordar que el campeonato se disputa a 42 jornadas y que tan enorme será el éxito deportivo si se consuma antes como si se hace después.
Todo lo que sea pretender adelantar la consecución de ese objetivo implica añadir una presión extraordinaria a quienes deben vestirse de corto cada fin de semana para sumar los puntos necesarios para el ascenso.
El Xerez no tiene que hacer cábalas ni cuentas, porque a pesar de su derrota de ayer sigue siendo el equipo que afronta estas cuatro últimas jornadas en mejor posición. Cualquiera de los aspirantes al ascenso no dudaría en invertir su situación con el equipo de Esteban Vigo.
Ahora más que nunca es necesario mantener la cabeza fría. Por eso resultan extravagantes las maniobras que realizaba hace unos días el accionista mayoritario, Joaquín Morales, para impedir que el partido ante el Eibar se disputase el próximo sábado, con la excusa de que así no se podría celebrar el ascenso al jugar sus rivales el domingo. El éxito sólo será posible si se trabaja partido a partido.
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